La Pontificia Academia para la Vida defiende que solo la solidaridad podrá acabar con el coronavirus

“Toda la humanidad está siendo puesta a prueba. La pandemia de Covid-19 nos pone en una situación de dificultad sin precedentes, dramática y de alcance mundial: su repercusión en la desestabilización de nuestro proyecto de vida crece cada día más”. Así comienza ‘Pandemia y Fraternidad Universal’, la reflexión de la Pontificia Academia para la Vida acerca de la pandemia del coronavirus y lo que supone para la sociedad actual. 



En el documento, la Academia subraya la necesidad de la solidaridad y la unión, sobre todo, atendiendo a que “estamos experimentando dolorosamente una paradoja que nunca hubiéramos imaginado: para sobrevivir a la enfermedad debemos aislarnos unos de otros, pero si aprendiéramos a vivir aislados unos de otros nos daríamos cuenta de lo esencial que es para nuestras vidas vivir con los demás”.

En primer lugar, la Santa Sede destaca que, “en medio de nuestra euforia tecnológica y gerencial”, realmente, las sociedades no están “preparadas ante la propagación del contagio”, ya que “hemos tenido dificultades en reconocer y admitir su impacto”. Del mismo modo, “observamos una falta de preparación -por no decir resistencia- en el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad física, cultural y política ante el fenómeno, si consideramos la desestabilización existencial que está causando”. Una desestabilización que, por otro lado, “está fuera del alcance de la ciencia y de la técnica del sistema terapéutico”.

Encomendados unos a otros

Por todo ello, la Pontificia Academia para la Vida subraya que es indispensable que “además de buscar medicamentos y vacunas, es igualmente urgente adquirir una mayor profundidad de visión, así como una mayor responsabilidad en la contribución reflexiva al significado y los valores del humanismo”. Y, dentro de esta reflexión, el Vaticano pone de relieve “la dureza inesperada de la precariedad” que ha quedado en evidencia por la pandemia.

Del mismo modo, el coronavirus ha puesto de manifiesto que “no somos dueños de nuestro propio destino” y que incluso la ciencia tiene “sus propios límites”. “Estamos llamados a reconocer, con nueva y profunda emoción, que estamos encomendados el uno al otro”, subraya el documento. Algo que se extrapola también al ámbito político, en el cual, “sin una colaboración efectiva y una coordinación eficaz, que asuma decisiones aun a sabiendas de inevitables resistencias políticas, comerciales, ideológicas y relacionales, los virus no se detendrán”.

“Una emergencia como la de Covid-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad”, asevera el documento. Algo que también se aplica a todas las opciones de “política de los cuidados, incluidas las que están más estrechamente relacionadas con la práctica clínica”. Además, la Academia propone una reflexión futura sobre la situación de la sanidad pública, referida al “equilibrio entre los enfoques preventivos y terapéuticos, entre la medicina individual y la dimensión colectiva”.

Por último, el Vaticano señala que, en este panorama, se debe prestar especial atención “a los que son más frágiles, pensamos sobre todo a los ancianos y discapacitados”, ya que “habrá muchas más muertes allí donde no se garantice a las personas una simple atención sanitaria básica en su vida cotidiana”. Y es que precisamente en el sufrimiento de los más débiles se demuestra que esta pandemia no tiene nada que ver con un castigo. “Cada forma de solidaridad, cada expresión de benevolencia es una victoria del Resucitado”, apostilla el texto.

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