Rafael Pardo: “En la felicidad, no hay gloria sin cruz”

Rafael Pardo, sacerdote y escritor

Frente a los vendedores de una felicidad superficial hecha de “eslóganes fáciles”, el sacerdote navarro Rafael Pardo Fernández (Pamplona, 1977) nos invita a descubrir “un camino profundo y trabajoso” que huye del optimismo ingenuo, “mágico”. Lo hace en su último libro, ‘Felicidad tóxica’ (Desclée De Brouwer), un documentado viaje por ‘El lado oscuro del Pensamiento Positivo’, por ese modo de ser y de estar en el mundo no exento de graves riesgos para nuestra salud física, psicológica y espiritual.



PREGUNTA.- ¿La felicidad es un cuento?

RESPUESTA.- Tal y como la plantea la Psicología Positiva, sí. La felicidad no se logra con eslóganes fáciles del tipo: “los límites están en tu mente”, “hoy va a ser un gran día”, “si lo sueñas puedes lograrlo”. La felicidad, tanto en la Biblia como en las diferentes culturas, tiene un sentido mucho más profundo, social, e incluye también la dimensión del dolor. Pensemos en la frase de Cristo: “Hay más alegría en dar que en recibir”. Este concepto es diferente al del emoticono feliz.

P.- ¿Podría decirse que la felicidad es un concepto occidental de tipo individualista?

R.- Sin duda, las culturas orientales dan más importancia a la felicidad del grupo social y familiar, y están menos volcadas en lo individual. En la Biblia, la felicidad está vinculada al culto a Dios, la honradez personal y la entrega a los demás.

P.- Dice en su libro que leer es un buen camino para ser feliz. ¿El conocimiento da la felicidad?

R.- Lo que no da la felicidad son frases irracionales: “cree en ti y todo será posible”, “eres mucho más de lo que crees ser”, “lo mejor está por venir”, etc. Si analizas las frases una a una (en mi libro lo hago), rozan lo a-científico, mágico y absurdo. Leer nos hace críticos, sanamente escépticos y profundos: cuando uno lee a Tolstoi, Confucio o Cicerón, te das cuenta que no venden humo. No venden frases fáciles y emotivas. El conocimiento te hace entender que la felicidad es un camino profundo y trabajoso. No hay gloria sin cruz. (…)

P.- En uno de los capítulos reflexiona sobre las posibilidades reales de cambio del ser humano. ¿Aprenderemos algo de la grave pandemia que estamos viviendo?

R.- Ojalá aprendamos. “Nada es imposible”, promete el optimismo mágico. Y luego llega el coronavirus, que es algo tan pequeñito, y nos pone en nuestro lugar

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