Este lunes 9 de marzo, en un día de luto para la cultura española, ha muerto José Jiménez Lozano. Fallecido a los 89 años en Valladolid, estamos ante uno de los principales representantes de nuestras letras, tanto como escritor (el autor abulense ganó el Premio Cervantes en 2002 y, una década antes, el Premio Nacional de las Letras) como periodista, siendo una figura histórica en El Norte de Castilla, aunque colaboró con otros medios, como La Razón, ABC o Destino, dejando su poso creativo también en las páginas de Vida Nueva.
Hombre creyente, reflejó su espiritualidad en poesías, relatos, novelas y ensayos como ‘Nosotros, los judíos’, ‘Un cristiano en rebeldía’, ‘Meditación sobre la libertad religiosa’, ‘La ronquera de Fray Luis y otras inquisiciones’, ‘Los cementerios civiles y la heterodoxia española’, ‘Sobre judíos, moriscos y conversos’, ‘Guía espiritual de Castilla, ‘Juan XXIII’ o ‘Pecado, poder y sociedad en la historia’.
Distinción papal
Más allá del mundo de la cultura y de la sociedad en general, la Iglesia también ha reconocido a Jiménez Lozano como un exponente de sus mejores valores. Así, el propio papa Francisco le concedió, en 2017, la cruz Pro Ecclesia et Pontifice, la máxima distinción eclesial que puede recibir un laico.
Hombre cercano al sacerdote y periodista José Luis Martín Descalzo, histórico director de Vida Nueva, este le encargó que cubriera para El Norte de Castilla el principal hito eclesial contemporáneo, el Concilio Vaticano II.
Dónde está Dios…
Apasionado humanista, su vivencia de la fe está muy presente en toda su obra. Y también en sus pronunciamientos públicos, como manifestó en una entrevista en Cope cuando recibió la cruz Pro Ecclesia et Pontifice. Sobre el clamor que emergió en Auschwitz, cuando tantas víctimas del Holocausto se cuestionaban sobre dónde estaba Dios, Jiménez Lozano habla lanzando un dardo al corazón: “A Dios se le pueden hacer pocas preguntas. (…) Hay alguien que se queja: ‘¿Dónde está Dios?’. Y le dicen: ‘Donde ha estado siempre, aquí también’. Esto le deja a uno desconcertado. Nosotros nos hemos permitido juzgar. Yo creo que no podemos juzgar. Recibirlo con la obediencia o con la protesta pertinente, como hacía el santo Job. Pero, naturalmente, sabiendo a quien se habla”.
Cuando falleció Miguel Delibes el 12 de marzo de 2010 (este jueves se cumple una década), dijimos adiós al penúltimo gran representante del humanismo cristiano. Hoy, tristemente, se ha ido el último.
