Santiago de Wit: “Lo primero que impacta en la misión es la universalidad del mensaje cristiano”

“Creo que conocer de cerca esa realidad es siempre positivo, en el sentido de que para tomar conciencia de las urgencias, de las necesidades y problemas que existen en estos contextos, es necesario vivirlos”. Así se ha referido Santiago de Wit, nuncio español en República Centroafricana y Chad, acerca de vivir un año de experiencia en la misión. Y es que, Francisco ha pedido a los futuros diplomáticos de la Santa Sede que lleven a cabo esta vivencia durante su formación. Por ello, Obras Misionales Pontificias (OMP) España ha entrevistado a este nuncio valenciano, que ha servido como diplomático en muchos países del mundo y que valora positivamente la iniciativa del Papa.



“Por mucho que uno cuente o explique, hay ciertas realidades que necesitan palparse, por eso creo que esto será siempre interesante y oportuno en la formación de los futuros diplomáticos”, ha subrayado. En la misión, sobre todo cuando se trata de países que atraviesan una situación comprometida, “lo primero que impacta es la universalidad del mensaje cristiano, la catolicidad”, dice. “Impresiona ver cómo el anuncio del Evangelio es capaz de entrar y de concretarse en las realidades culturales distintas de todos estos países; y ver cómo es capaz de echar raíces e ir poco a poco transformando esa realidad a la luz del Evangelio”, subraya.

“Lo importante es que uno tenga la actitud de estar disponible, y de ir con mucha humildad a donde se te destine y a donde la Santa Sede decida enviarte”, ha añadido de Wit. Para el nuncio, además, es importante “ser consciente de que lo que uno viene es a trabajar y servir a la iglesia local a la que se nos envía”, pero, sobre todo, “es necesario también tener la conciencia de que lo más importante de la Iglesia es anunciar el Evangelio”.

Sorpresa y admiración ante el sufrimiento

En cuanto a su destino en República Centroafricana y Chad, reconoce que la Iglesia vive “la realidad de estar en este país que sufre, que vive las consecuencias de una guerra larga, de un conflicto bélico que ha degenerado, que todavía tiene picos de tensión y violencia importantes, que encuentra muchas dificultades para caminar por el camino de la paz”. Pero, al mismo tiempo, “vivimos una experiencia de sorpresa y admiración ante lo que la Iglesia local, a pesar de las dificultades, es capaz de testimoniar, celebrar y de vivir”.

En este contexto, la Iglesia se convierte en “un signo y testimonio de esperanza para un país que necesita urgentemente de signos visibles de esa esperanza, que le impliquen a trabajar y a comprometerse por intentar mejorar a todos los niveles la realidad presente”. Para de Wit, esto es algo “admirable”, que invita a seguir “trabajando y creyendo que es posible, y que tiene que ser posible, un presente y un futuro mejor para esta gente, para este país, y esta realidad en la que yo estoy e intento dar lo mejor de mí”.

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