Chile: un obispo franciscano mapuche para la polémica diócesis de Osorno

  • Jorge Concha era, desde 2018, administrador apostólico en reemplazo del controvertido Juan Barros
  • El Papa nombra también obispo de Chillán al actual administrador apostólico, Sergio Pérez de Arce
  • Con esto, quedan seis sedes vacantes de las 27 jurisdicciones eclesiásticas del país

La Santa Sede anunció el nombramiento de los administradores apostólicos de Osorno y Chillán, en Chile, como obispos en sus respectivas diócesis. En un período de poco más de un año, ambos fueron ganando el reconocimiento de sus comunidades dando pasos significativos en la construcción de la unidad eclesial, fuertemente dañada por la gestión de sus obispos anteriores.



Jorge Concha Cayuqueo es franciscano, hijo de madre mapuche, nació en 1958, en la diócesis de Temuco, zona de La Araucanía. Hizo su profesión solemne en diciembre de 1983 y 3 años después fue ordenado sacerdote. Había sido designado obispo auxiliar de Santiago en julio de 2015, y en junio del 2018 fue enviado como administrador apostólico a la diócesis de Osorno en reemplazo del controvertido Juan Barros, acusado de encubrimiento por los denunciantes de Fernando Karadima. Después de una tensa acogida, Concha fue ganando la confianza de sus comunidades y reconstruyendo la unidad eclesial.

Un hito significativo en ese proceso fue la segunda visita del arzobispo Charles Scicluna, con el encargo personal del papa Francisco de pedir perdón a la comunidad de Osorno. Este encargo lo cumplió en el templo catedral, de rodillas frente al pueblo, acompañado por el obispo Concha.

Sergio Pérez de Arce Arriagada nació en agosto de 1963. Ingresó a la congregación de los Sagrados Corazones donde fue ordenado sacerdote en diciembre de 1990 en Valparaíso. Entre otros cargos fue elegido presidente de la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Chile, CONFERRE. En diciembre de 2018, el papa Francisco lo envió como administrador apostólico de la diócesis de Chillán en la que ahora ha sido nombrado su obispo para lo cual deberá recibir la consagración episcopal.

Renuncian todos los obispos

Con estos nombramientos restan aún 6 sedes vacantes de un total de 27 jurisdicciones en el país. Hace pocas semanas fueron designados el administrador apostólico de Santiago como arzobispo de esa misma arquidiócesis, y el obispo auxiliar de Santiago y administrador apostólico de Rancagua como arzobispo de Puerto Montt.

Un tercio de las diócesis chilenas llegaron a estar vacantes con las renuncias que aceptó el Papa Francisco en el segundo semestre del 2018, designando administradores apostólicos, después que llamó a todos los obispos chilenos a la Santa Sede donde les expuso un duro análisis de la Iglesia chilena y todos ellos dejaron sus renuncias en manos del Papa.

Durante el año 2019 no hubo hechos relevantes en el proceso provocado por el Papa y muchos quedaron a la espera de su continuidad, sobre todo después de la ‘Carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios que peregrina en Chile’, y que no ha tenido suficiente difusión y acogida en el país.

Descontentos en la Iglesia chilena

A mitad de ese año, el Papa nombró dos nuevos obispos auxiliares de Santiago; sin embargo, una fuerte reacción desde Chile llevó a que el Santo Padre aceptara la renuncia a uno de ellos, el Pbro. Carlos Irarrázaval, y solo fue consagrado Alberto Lorenzelli.

Francisco expuso a los obispos, en mayo de 2018, los rasgos de una profunda crisis en la Iglesia chilena, que ha tenido su más dolorosa expresión en la gran cantidad de denuncias de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por miembros del clero. Sin embargo, en la Iglesia chilena no todos reconocen esta crisis, opacando las orientaciones del Papa que indicaban un camino de salida.

En estas dos recientes designaciones, muchos laicos y consagrados quieren reconocer un refuerzo a una línea más pastoral y sensible a los clamores de la humanidad en el Episcopado del país.

No pocos laicos, también, expresan su decepción porque en estas designaciones se mantiene el mecanismo tradicional de nombramientos sin consulta abierta a las comunidades. Una creciente demanda por obtener más participación en esos procesos se manifiesta cada vez con mayor frecuencia en la Iglesia chilena.

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