Las ciudades se llenan de luces y se vacían de Navidad

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Centros urbanos convertidos en parques de atracciones, iluminación festiva con la que las ciudades –Madrid, Málaga, Vigo– compiten por ver quién atrae más turismo en Navidad, tiene más bombillas led, ofrece más horas de iluminación y más dinero invertido… pero cada vez con menos signos religiosos.



“Me parece bien que se destaque la celebración de la Navidad. Eso es bueno. Pero es verdad, que desde el punto de vista de la Iglesia o de la fe, esa iluminación se ha vaciado de contenido. ¿Se puede decir desacralizado? Pues, sí. También bastante, en el sentido de que se ignora el origen”, afirma Lino Díez, sacerdote sacramentino y profesor de Liturgia en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas, en Madrid. “Yo suelo recordar a la gente, cuando se encienden las luces de Navidad, antes incluso de comenzar el Adviento, que, en última instancia, es una posibilidad de catequesis”, añade.

Millones de euros de presupuesto

Madrid, con tres millones de euros de presupuesto, encendió las luces de Navidad el 22 de noviembre. La nueva corporación municipal ha recuperado, no obstante, una decena de los belenes luminosos que retiró Manuela Carmena y “diseños tradicionalmente navideños que reflejan el sentido de estas fechas”, según el alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Pero, en general, la iluminación en las ciudades españolas brilla por la ausencia de contenido religioso, con apenas concesiones a grandes árboles navideños de luz y color.

“Los católicos tenemos que aprovechar adecuadamente esta iluminación –prosigue Lino Díez–. Y aquí es donde debemos hacer nuestra parte de examen de conciencia, porque hemos abandonado la responsabilidad de descubrir a los demás la raíz última de esta expresión festiva que hay en las ciudades”. La luz es también un mensaje de Navidad: Cristo, la Luz del Mundo, como dice el evangelio de san Juan, va a nacer.

Balconeras y casas iluminadas

“Cuando se comenzó a hablar de que se iban a quitar los signos religiosos –insiste el religioso sacramentino– una iniciativa interesante fue, por ejemplo, la proliferación de signos concretos de la Navidad en las balconeras o en las casas iluminadas”. Según Lino Díez, “esto es lo bueno realmente, porque despierta en el creyente la necesidad de comunicar qué es lo que está celebrando. Y ese sí es un testimonio de fe. Esto sí que es nuestra responsabilidad, no tanto exigir a los poderes públicos que pongan en no sé qué calle un belén, que también puede ser. Pero en el ámbito de mi familia, de mi vida, de mi casa, soy yo quien digo lo que celebro. Y además, lo hago públicamente: una balconera, un signo, una luz. Y eso creo que es lo importante”.

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