El Parlamento de Navarra publica el relato de las víctimas de abusos de la Iglesia: “Mi dolor lo oculté bajo siete llaves”

  • Se han eliminado de la grabación tanto los nombres de los presuntos abusadores y los de los colegios
  • “Vergüenza tiene que pasar el que abusó de nosotros y quienes les han amparado”

La Mesa del Parlamento de Navarra ha publicado el audio de la sesión de trabajo con la Asociación de Víctimas de Abusos en centros religiosos de Navarra. Eso sí, ha “anonimizando” los datos de carácter personal de terceras personas, como los religiosos acusados de haber cometido los abusos, algo que las víctimas han denunciado, según recoge Noticias de Navarra.

Ha sido la agrupación parlamentaria de Podemos-Ahal Dugu quien ha solicitado la publicación de la sesión tras su celebración el pasado 9 de octubre. Una petición que fue desestimada pero que, el 24 del mismo mes, los participantes en la sesión y el presidente de la Asociación de Víctimas de Abusos volvieron a solicitar a través de una carta.

De esta manera se acordó por unanimidad aceptar la propuesta, pero de una manera “prudente y correcta” jurídicamente. Esto es, publicando “el audio de la sesión en la página web del Parlamento, anonimizando los datos de carácter personal de las terceras personas a las que se alude para que no pudieran ser identificadas, siempre que ello resulte posible desde el punto de vista técnico”, ya que son “hechos que en ningún caso han sido enjuiciados y sobre los que no se han dilucidado la responsabilidad”.

Los testimonios de las víctimas

“Se han eliminado de la grabación tanto los nombres de los presuntos abusadores, como también los de los colegios y congregaciones”, han dicho, ante lo que aseguran sentirse “engañadas”. “Nosotros no queremos ser víctimas. No tenemos por qué pasar vergüenza, vergüenza tiene que pasar el que abusó de nosotros y quienes les han amparado”, han apostillado.

En su declaración, una de las víctimas ha asegurado que “el cura se encaprichaba de 10 o 15”, obligando a los menores a “acercarse a la mesa”, donde les tocaba los genitales y les introducía el dedo en el ano. Al negarse a acercarse a la mesa “empezaron, a su manera, las palizas y las torturas”. Pero tampoco podían contar lo que ocurría a sus familias porque, si lo hacían, “nos daban doble paliza”.

“Empezó a besarme, a acariciarme, se metía en mi cama y me apretaba fuerte contra ella. Mi mente se cerró. Mi dolor lo oculté bajo siete llaves”, ha dicho otra de las víctimas, que en fue abusada por una religiosa. Otro de los comparecientes ha explicado que un sacerdote le obligaba, junto a sus compañeros de clase, a desnudarse. “Nos sacaba el pene y nos acariciaba delante de todos. Nunca lo hablamos entre nosotros. Había una vergüenza individual que se hacía colectiva. Eramos niños abusados e ignorantes”, ha señalado.

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