En el Día Mundial de los Cuidados Paliativos, San Juan de Dios clama: “No existen enfermos in-cuidables”

  • La jornada de este año se centra en reclamar los derechos de quienes se encuentran en esta situación límite
  • Para las instituciones de la Orden, este tipo de atención es “exactamente lo que hay que hacer cuando no es posible curar”

La mano de una enfermera toma la de un enfermo de Cuidados paliativos

El 12 de octubre, entre las múltiples conmemoraciones laicas y religiosas, es el Día Mundial de los Cuidados Paliativos, materia en la que distintas iniciativas religiosas vinculadas a la Iglesia católica muestran cada día su compromiso más allá de batallas ideológicas o interesadas para mostrar el mensaje humanizador del evangelio frente a la sociedad del ‘descarte’.

En este sentido, las unidades de cuidados paliativos de las instituciones de San Juan de Dios son una referencia en nuestro país. En un comunicado con motivo de esta jornada apuntan que, en 2018, estas unidades de sus hospitales atendieron a cerca de 1.800 personas que necesitaron estos cuidados y a más de 5.300 a través de los Equipos de Atención Psicosocial.

“Mi cuidado, mi derecho”

Este día mundial tiene como lema en esta ocasión “Mi cuidado, mi derecho” y busca concienciar a la sociedad a considerar los cuidados paliativos un derecho y reclamarlo. “Los cuidados paliativos son exactamente lo que hay que hacer cuando no es posible curar para garantizar una buena calidad de vida al final de la vida”, añaden desde la institución.

Y es que para San Juan de Dios “no existen enfermos in-cuidables”, sino que en la sociedad “cuando una enfermedad se convierte en incurable es necesario adecuar el esfuerzo diagnóstico y terapéutico para evitar el sufrimiento físico y aliviar el dolor psíquico y emocional, con el fin de mejorar su calidad de vida y salvaguardar su dignidad en el final de la vida”. Esto son los cuidados paliativos.

La reivindicación de este año recuerda el deber de “garantizar una muerte digna conlleva el cuidado hasta el último momento atendiendo de forma integral a las personas con un trato profesional, personalizado y humano, que cubra sus necesidades biopsicosociales y espirituales desde el respeto a las creencias y valores de la persona atendida y de su entorno”, apuntan.

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