José Cobo: “Salvar a los que las mafias condenan al mar es incuestionable para quien se diga humano”

  • El obispo auxiliar de Madrid preside una misa en Vallecas con motivo de la próxima Jornada de Migraciones
  • El prelado mostró su agradecimiento a quienes trabajan por “establecer algún día corredores humanitarios”

“Salvar a los que las mafias condenan al mar es incuestionable para quien se diga humano”, pero “nosotros tenemos que ir más allá: edificar torres de vida y salvar batallas contra las actuaciones de fachada o las que se toman a golpe de campaña”. De esta manera se expresaba ayer José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, en la parroquia de Santa Irene (Puente de Vallecas) durante su homilía con motivo de la Jornada Mundial de las Migraciones, que se celebrará el próximo 29 de septiembre.

El prelado urgió a “cambiar el corazón” y “crear centros de formación de menores sin tutelar, albergues y propuestas de asentamientos que permitan convivir en paz”. Y es que considera “urgente” un Plan Nacional de Inmigración que “desarrolle los pactos globales que impulsa la Iglesia católica y que fluyen en torno a las acciones de acoger, proteger, promover e integrar”, recalcó.

Las migraciones y los grandes desplazamientos son “una cuestión nuclear hoy”, dijo Cobo ante la atenta mirada de quienes han vivido hoy en primera persona esta realidad. “La migración viene pareja a la desigualdad, a la deforestación, a tantas guerras abiertas o la gestión de los recursos del planeta”, lo que produce lo que el Papa llama “la globalización de la indiferencia”, donde “muchas veces se culpa a las víctimas o se les descarta, por el hecho de ser empobrecidos”, explicó.

Mirar la migración a través de la cruz

Asimismo, se preguntó: “¿Cómo afrontar esta realidad? ¿Qué podemos decirle a nuestra sociedad como discípulos?”. Y él mismo se contestó: “Con la luz que aporta el Evangelio de hoy, Jesús nos pide coger la cruz. Mirar la migración a través de la cruz, desde ese ángulo que da, es aprender a ver a tantos que también portan sus cruces. En la cruz de Cristo estamos todos. No son números, ni amenazas. Es Juan, Andrea, Amaya, John, Mohamed…”.

Cobo hizo hincapié en que “nuestra mirada no se asienta en la pertenecía a una familia o a una nación. La mirada del cristiano se asienta en Jesús y sus seguidores”. Por eso, pidió aprender a “mirar y ver que no hay personas de primera, con derecho a la vida, y personas de segunda, sin derechos”, ya que “no hay crecimiento sin respeto a la vida”. También instó a aprender a mirar a quienes llegan a una Europa que “vive blindada hasta de Dios. Una Europa cada vez más envejecida y metida en un invierno demográfico que no queremos afrontar ni acogiendo a los jóvenes que llegan”.

El auxiliar madrileño observa reconfortado como para la Iglesia “no hay fronteras”. “Es la misma Iglesia que celebra hoy la Eucaristía aquí, en la vieja Europa y allí, callada, en Siria, o en Tánger o en Venezuela, o en Colombia o tantos otros lugares”.

Soluciones políticas globales

Durante su alocución, el prelado también quiso dar gracias a quienes “protegen y trabajan por la integración, y por crear escuelas y espacios de acogida, demostrando que el corazón crece así”. Y añadió: “Damos gracias por este camino que algunas parroquias de Madrid recorren al movilizarse para que haya siempre, al menos, una parroquia de guardia en la acogida a migrantes y refugiados, como una llama de amor encendida noche y día. Y por los que impulsan soluciones políticas globales que defiendan los derechos de las personas, y se armonicen con las posibilidades de los estados”.

En este turno de agradecimientos no quiso olvidarse tampoco de “las capellanías que animan la fe de los que llegan” y “las comunidades cristianas, las Iglesias que en los países de origen trabajan con nosotros generando o suspirando por establecer algún día corredores humanitarios de tránsito seguro”.

Por último, agradeció también a los propios migrantes que llenaban la bancada por ser “una llamada a la conversión, a despertar el amor de Dios en un mundo que lo ha olvidado, o que lo quiere encerrar en leyes, fronteras o egoísmos”.

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