Solo en África

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Después de haber cubierto más de un centenar de viajes papales en los cinco continentes, me he convencido de que solo en África es posible asistir a tales manifestaciones de pasión en torno a la figura del Papa como el que hemos contemplado esta mañana en el estadio Zimpeto, de Maputo.

Tras recorrer kilómetros de arrabales miseros y polvorientos, hemos llegado con varias horas de antelación a la llegada del Papa. Los cincuenta mil puestos ya estaban ocupados por personas de todas las edades, muchos de los cuales habían pasado allí la noche. Todos ataviados con vestidos multicolores cantaban y danzaban al ritmo sincopado de una música a todo volumen.

“Afecto y devoción”

Unas pantallas gigantes transmitían en directo la comitiva papal y cada vez que se enfocaba la figura de Francisco los alaridos y aplausos, los irrintxis de las mujeres y los silbidos eran ensordecedores. Cuando por fin el papamóvil hizo su entrada en el estadio, el delirio llegó a su apoteosis y su recorrido suscitaba en las gradas una respuesta enfervorecida, incontenible a la que el Santo Padre respondía con saludos y bendiciones.

Miles de teléfonos recogían la escena y el rostro de Bergoglio descubría su profunda emoción, casi al borde de las lágrimas. Al comenzar la Eucaristía, descendió de los cielos un mansa lluvia que no frenó el entusiasmo de los fieles que se manifestó en el canto masivo de un aleluya que no podía ser más festivo. Francisco, al final de la Misa, agradeció esta imponente manifestación de afecto y devoción. Fue la apoteosis final de una visita muy densa y emocionante.

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