Muere el cardenal Silvestrini, un gigante de la diplomacia vaticana que luchó por el desarme nuclear

  • Hombre clave bajo los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II, pisó Moscú en 1971 junto a Casaroli
  • Encarnó la paz en China, Vietnam, las Malvinas, Siria o Líbano, actualizando además el Concordato de Letrán
  • Tambien dirigió la Signatura Apostólica y la Congregación para las Iglesias Orientales

Este 29 de agosto, en Roma, ha muerto el cardenal Achille Silvestrini. A sus 95 años, el que fuera durante muchos años prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el purpurado era recordado como uno de los principales representantes diplomáticos de la Santa Sede bajo los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II.

Ordenado sacerdote en 1946, ya en 1953 entró en el servicio diplomático vaticano, a través de la Sección de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios de la Secretaría de Estado, teniendo una estrecha relación con la compleja presencia eclesial en países como Vietnam o China, que dejaron de tener relaciones diplomáticas con Roma tras la implantación del comunismo.

En la Guerra Fría

Especialista en todo lo relativo al sudeste de Asia, en los años 60, en plena tensión entre el bloque occidental y el soviético, siempre con la amenaza de fondo de una guerra global nuclear, pasó a dirigir el Sector de Organizaciones Internacionales, abundando mucho en lo relativo a la apuesta por la paz, el desarme y los derechos humanos.

Entre sus muchos éxitos diplomáticos, se encuentran hitos tan importantes como acompañar en 1971 al cardenal Agostino Casaroli a Moscú para ratificar la adhesión de la Santa Sede al Tratado para la No Proliferación de Armas Nucleares; su activo papel, en 1977, en la clausura de la Conferencia de Helsinki sobre la Seguridad y Cooperación en Europa, donde se apostó claramente por la utilización pacífica de la energía nuclear; su mediación en Argentina, en 1982, por la crisis de las Malvinas; o su presencia, en 1986, en Líbano y Siria, en otro momento de especial tensión en la zona.

Cinco años de negociación

Nombrado arzobispo por Juan Pablo II en 1979, encabezó la Delegación de la Santa Sede para la revisión del Concordato de Letrán, dirigiendo las negociaciones con las autoridades italianas, que concluyeron con la firma de un acuerdo definitivo en 1984.

En 1988, Wojtyla lo proclamó cardenal y le nombró prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, cargo que desempeñó hasta 1991, cuando se convirtió en prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, donde se retiró en el año 2000; un papel que concilió con el de gran canciller del Instituto Pontificio Oriental.

Volcado con la juventud

Más allá de esta faceta diplomática, como gran hacedor de puentes, también en el ámbito ecuménico, Silvestrini fue un pastor comprometido con los más jóvenes. Desde 1969, fue uno de los principales animadores del la comunidad Villa Nazaret, a la que ha seguido ligado hasta su muerte.

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