Los creyentes españoles no son felices

  • Un estudio de Pew Research Center sitúa a nuestro país como el penúltimo lugar de un índice de bienestar social y religiosidad 
  • Solo uno de cada diez españoles que participan activamente de su vida de fe dicen ser felices

Las personas que participan activamente en su confesión religiosa tienden a ser más felices y a comprometerse más con la realidad social que los ateos. Es la tendencia mundial que recoge un estudio del Pew Research Center en el que se analiza ocho parámetros de bienestar individual y social en 26 países.

Una de las excepciones más significativas en la estos resultados positivos se encuentra en España. Solo un 13 por ciento de los españoles creyentes habrían expresado ser felices, situándose nuestro país en el puesto 25 de este particular ránking solo por delante de Bielorrusia donde solo se ven felices 11 de cada 100 personas.

México al frente

Para hacerse una idea del lugar que ocupa España, siete de cada diez mexicanos creyentes se ven felices, situándose en la cabeza de este estudio internacional, seguidos de los hombres y mujeres de fe en Colombia, Ecuador y Australia.

Al margen de nuestro país y de la vinculación con la felicidad, el informe también analiza otro tipo de comportamiento de la gente de fe con respecto a los alejados. Así, quienes viven su fe con intensidad tienden a beber y fumar menos, pero no llevan una vida más saludable según los parámetros de la frecuencia de ejercicio y tasa de obesidad. En cualquier caso, no se puede corroborar la idea mostrada por otras investigaciones que apuntan que las religiosidad aumenta la esperanza de vida.

Capital activo

Sí es cierto que las redes que genera pertenecer activamente a una parroquia, congregación, cofradía o movimiento constituiría un auténtico “capital social”, tal y como lo definen los profesores Chaeyoon Lim,

de la Universidad de Wisconsin-Madison, y Robert Putnam, de la Universidad de Harvard. Estos vínculos generarían para estos investigadores un impacto positivo en la felicidad de quienes participan en comunidades de fe, independientemente de su religión. En otras palabras, quienes asisten con frecuencia a un lugar de culto pueden tener más personas en las que pueden confiar, intercambiar pareceres, establecer relaciones de amistad y contar con apoyo en los buenos y malos momentos de la vida.

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