Silvio Báez: “La Iglesia de Nicaragua llora con su pueblo, lo único y lo mejor que podemos hacer”

  • El obispo auxiliar de Managua pide a la vida religiosa que se convierta en mediadora de todo conflicto interno y externo con “ valentía para saber cuándo no es posible el diálogo”
  • “La utopía de un mundo reconciliado se va dando ya, aunque sea de una manera limitada y no plena”, augura en el 75 aniversario de la revista Vida Religiosa
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El obispo auxiliar de Managua, Silvio Baez

Jesús cree firmemente en la reconciliación”. Con esta contundencia, el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Baez, defendió la urgencia de que la Iglesia sea instrumento de diálogo en medio de la sociedad. Con su experiencia en primera persona en la crisis política y social que vive Nicaragua, el religioso carmelita se dirigió a los consagrados presentes en el simposio con motivo del 75 aniversario de la revista Vida Religiosa.

Lejos hablar del encuentro desde el abstracto, Báez apuntó que “es importante iniciar el diálogo, pero también es imprescindible discernirlo en toda etapa del camino y tener valentía para decir que ya no hay más posibilidad de diálogo”.  Así, aplaudió a aquellos que son capaces de anunciar con “coraje valentía y profecía que ya no es posible el diálogo”.

Los riesgos del diálogo

“El diálogo hay que llevarlo al final, pero hay que reconocer sus riesgos y saber que puede fracase”, admitió, por lo que llamó a estar atentos, cuando, por ejemplo, se busca usar como “táctica dilatoria para distraer, garantizar de impunidad de una de las partes o dar muestras falsas de que se quiere solucionar el problema”.

Báez instó a los consagrados a trabajar sin cesar por ser agentes de resolución de conflictos, sabiendo manejar los tiempos y los silencios, las tensiones y los recelos recíprocos.  “La Iglesia nicaragüense, aun con todas las críticas que está recibiendo, ha apostado por el ideal de la reconciliación con viables intermedias que son imperfectas y ambiguas. Pero siempre son mejores que la incomunicación total o la vía violenta”, explicó a la vez que expuso que “la reconciliación plena es imposible y la misión de la Iglesia que tiene hoy en mi país es muy compleja”.

Cómo mirar al pasado

Para ello, reinvidicó la necesidad de mirar al pasado: “Hay que escarbar en las raíces, no para abrir heridas, sino para desde ahí purificar esa historia, en un ejercicio de tolerancia”. También habló de la necesidad de ejercer justicia para las víctimas, que vaya de la mano del perdón, de la misericordia.

Así, Báez planteó tres vertientes para que la vida religiosa afronte cualquier conflicto interno y externo: la pacificación de la propia interioridad, ser comunidades reconciliadas y mediadores en todo conflicto. “La utopía de un mundo reconciliado se va dando ya, aunque sea de una manera limitada y no plena”, auguró, siempre y cuando “siempre se plantee la primacía del amor”.

Actualización de los votos

El obispo auxiliar de Managua ahondó en los tres votos de la vida consagrada para redefinirlos desde la mirada de la reconciliación: “Hoy el voto de pobreza se tiene que vivir como amistad con los pobres”, señaló parafraseando al Papa Francisco, “hasta el punto de que su sabiduría sea apreciada por nosotros”.

A la castidad, la presentó como “ternura que sabe llorar con las víctimas”. “En Nicaragua hemos llorado mucho estos últimos meses. Los obispos y religiosos hemos llorado mucho con nuestro pueblo en este tiempo. Era lo único que podíamos hacer pero es más grande que lo que podemos hacer”. Por último, la obediencia la contempló desde riesgo profético: “Hay que aprender a exponerse, arriesgarse, ensuciarse los zapatos”.

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