Una víctima en la cumbre antiabusos: “Estuve embarazada tres veces de un sacerdote… Me hizo abortar las tres”

Los asistentes a la apertura de la cumbre antiabusos, sentados en la mañana de este jueves 21 de febrero en el Aula del Sínodo, se han visto de pronto sobrecogidos. Y es que, entre los varios testimonios ofrecidos (mandados por escrito y leídos hoy en público), han sido los de las víctimas de la pederastia clerical los que han conmocionado a los sacerdotes, obispos, cardenales, religiosos y laicos presentes. También al Papa.

Un eco especialmente fuerte lo han despertado las palabras de una mujer que ha empezado diciendo que, “desde que tenía 15 años, mantenía relaciones sexuales con un sacerdote”. Tras la bomba inicial, siguió explicando que esta situación duró 13 años… Y con unas consecuencias gravísimas: “Estuve embarazada tres veces… Él me hizo abortar las tres”.

En situación de vulnerabilidad

Ese pastor, ha relatado, se aprovechó de la “confianza” inicial que ella tenía en él. Pero enseguida generó en la joven otros sentimientos. Sobre todo uno: “Miedo”. Porque, “cada vez que me negaba a tener relaciones sexuales con él, me pegaba. Me golpeaba. Y como yo dependía económicamente totalmente de él, sufrí todas sus humillaciones”.

Se trataba de una persona en situación de vulnerabilidad, pues ha detallado que las relaciones sexuales se daban en el domicilio del sacerdote, pero también “en el centro de acogida diocesano”. Para más inri, el control férreo del religioso le impedía toda autonomía, incluso la posibilidad de “tener novio”.

Hoy, aunque la pesadilla ha quedado atrás en el tiempo, las heridas para esta mujer son profundas: “Siento que tengo una vida arruinada”.

“Una noche pasé por su cama”

Otra historia desgarradora ha sido la de un sacerdote religioso de 53 años que, en su adolescencia, sufrió los abusos de un pastor. Tras recibir el sacramento de la confesión, con la excusa de que le iba a “enseñar a leer las Escrituras durante la misa”, le “tocaba” sus “partes íntimas”. Al fin, fruto de la presión, “una noche pasé por su cama”.

Muchos años después, cuando, junto a su provincial, trató de denunciar lo ocurrido a su obispo, este le ignoró y evitó responderle. Le acabó recibiendo tras las “presiones del nuncio”, pero solo “me atacó sin escucharme”.

Ocho años después, ni el obispo encubridor ni el sacerdote que le violó han contestado a ninguna de sus cartas. Y eso que “solo quería que me escucharan”. Pese a todo, ha concluido, “perdono a ambos de todo corazón”.

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