El Gobierno desoyó la advertencia de los obispos sobre el riesgo de que Franco fuera enterrado en La Almudena

Una bandera en el Valle de los Caídos Franco

Un ejercicio de improvisación que se le ha ido de las manos al Gobierno. Es la sensación que cunde en el Episcopado español tras conocer que la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, se reunirá el 29 de octubre con el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, para solicitar su intercesión y evitar que el cadáver de Francisco Franco sea enterrado en la cripta de la catedral de La Almudena.

Esta percepción de los obispos fue mayor cuando, horas después de saltar la noticia, la propia líder socialista matizó este primer anuncio y descartó que el motivo del viaje a Roma fuera este. Al parecer, el Gobierno llegó a mirar al Papa para buscar el cobijo del Vaticano “a la desesperada”, al no haber calibrado las consecuencias de la decisión de exhumar el cuerpo del dictador del Valle de los Caídos.

Aquella promesa estrella de Pedro Sánchez al tomar posesión como presidente tenía fecha de cumplimiento durante el pasado verano. Sin embargo, se le está atragantando al actual inquilino de La Moncloa, en tanto que la familia Franco ha echado mano de toda su artillería buscando abortar o, al menos demorar lo más posible, el proceso. Para ello, ya se han presentado en el Ministerio de Justicia unas alegaciones al Real Decreto del Gobierno en las que presentan hasta doce motivos para paralizar la exhumación. Dentro de su estrategia, no descartan apelar al Defensor del Pueblo, así como acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Estas maniobras permitirían agotar la legislatura antes de que se inicie cualquier cambio de sepultura.

El órdago de la familia

Pero, sin duda, el mayor órdago de los Franco fue solicitar que, en caso de materializarse el traslado de los restos, se lleven a la cripta propiedad de la familia en la catedral de La Almudena, donde se encuentra enterrada la hija del general. Este hecho es visto con algo más que preocupación por parte del Gobierno, en tanto que situaría al dictador en el centro de Madrid, pudiéndose convertir en lugar de peregrinación para los nostálgicos del régimen y, de la misma manera, en lugar de protesta para las víctimas de franquismo y para los antifascistas.

Fuentes eclesiales confirman a Vida Nueva que, antes de que la familia lanzara su globo sonda sobre la cripta de La Almudena, la Iglesia advirtió por varias vías al Gobierno de Sánchez de esta posibilidad e, incluso, se les instó a rebajar la tensión con los Franco para trasladar al dictador al panteón familiar en El Pardo, donde se encuentra enterrada la esposa del fallecido. Lo único necesario en este caso, para que la familia accediera a esta alternativa, sería garantizar un dispositivo de seguridad que evita que la tumba fuera profanada. Sin embargo, el Ejecutivo, que entonces ignoró este aviso y subestimó la capacidad de reacción de la familia, ahora ha buscado la complicidad de la Iglesia para intentar retomarla.

En cualquier caso, según ha podido confirmar esta revista, la Santa Sede respaldará a la Iglesia española. No tendrá problema en escuchar cuanto pueda solicitar la vicepresidenta del Gobierno sobre este o cualquier otro tema, teniendo en cuenta que esa es la forma habitual de actuar cuando el representante del Ejecutivo de cualquier nación solicita un encuentro con el “primer ministro” vaticano. Cuestión distinta es que pueda complacer las pretensiones de Calvo, sobre todo teniendo en cuenta que la Santa Sede no tiene competencia alguna sobre la cripta de La Almudena y, por tanto, su campo de acción es limitado en este sentido.

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