El cardenal Poli: “Cuidar la vida es el primer deber del Estado”

  • “Queremos pedir a Dios que todos los niños puedan nacer en la Argentina”, imploraba el arzobispo de Buenos Aires mientras el Senado tumbaba el proyecto del ley del aborto
  • La catedral metropolitana se llenó para reclamar más ayudas a las madres embarazadas en riesgo de exclusión

Mientras el Senado argentino debatía el proyecto de ley de legalización del aborto, la catedral de Buenos Aires se llenaba a las ocho de la tarde para celebrar una eucaristía por la vida presidida por el cardenal arzobispo Mario Aurelio Poli en la que advirtió de que “con la legalización del aborto se pretende legitimar que un ser humano pueda eliminar a un semejante y que, de esta forma, los niños y niñas por nacer se quedan sin protección penal”. “Queremos pedir a Dios que todos los niños puedan nacer en la Argentina”, subrayó Poli provocando el aplauso de los presentes, entre ellos, el presidente de la Conferencia Episcopal, Oscar Ojea.

Horas antes de la sesión parlamentaria que tumbó la propuesta con 38 votos en contra y 31 a favor de la reforma, Poli valoró que el debate parlamentario se diera “en marco de respeto” lo que el purpurado entendió como “un saludable ejercicio de la democracia”. Eso sí, lamentó que “los únicos que no pudieron hacerse escuchar fueron los seres humanos que luchan por nacer y entrar en el banquete de la vida”. En la línea de las críticas del Papa Francisco a la cultura del descarte, Poli apuntó que “los no nacidos tienen derecho a pertenecer a una Nación donde hay lugar para todos y nadie sobra”.

Sin salida al fatal desenlace

“Además de nuestras creencias, nos mueve asumir su causa una razón humanitaria: el cuidado de la vida, el principal derecho humano y primer deber del Estado, que nadie pueda sentirse excluido”, remarcó el purpurado que alertó: “Después de la interrupción, no hay nada más, y dejaría sin protección penal la vida de los niños y niñas sin nacer, legalizando la muerte provocada de modo directo de una persona inocente, excluida de la legítima defensa, sin juicio ni proceso, a la que le cabe solo esperar sin salida el fatal desenlace”.

Durante la homilía, el cardenal también hizo autocrítica eclesial. “Tal vez no hicimos lo suficiente para acompañar a las embarazadas en situaciones duras”, reconoció el pastor que instó a incrementar las acciones asistenciales, como las casas de acogida: “Necesitamos la colaboración de todos los credos”.

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