Francisco pide a los jóvenes jesuitas que se “ensucien las manos”

  • Bergoglio reivindica el legado de Arrupe y la impronta de Pablo VI quien dijo que “allí donde hay encrucijadas de ideas, de problemas, de desafíos, allí hay un jesuita”
  • El Papa condena que los suicidios, las adicciones o alistarse en grupos fundamentalistas son caminos que adoptan los jóvenes desesperados por la falta de trabajo

papa Francisco con Arturo Sosa visita la 36 congregación general de la Compañía de Jesús 24 octubre 2016

El papa Francisco ha concluido con fuerza los días de descanso y la agenda de audiencias ha comenzado a llenarse. Así, este miércoles, antes de la Audiencia general, ha recibido a un grupo de jóvenes jesuitas europeos en formación. Con ellos ha mantenido un pequeño diálogo en una de las salas del Aula Pablo VI.

El pontífice ha pedido a esta treintena de jóvenes religiosos que pongan en un “lugar central” la dignidad de la persona. Un papel principal que debe se una alternativa a quienes ponen la economía y las finanzas como clave de todo, algo que el Papa ha definido como “gran pecado” de hoy. “Poner las finanzas en el centro es cruel” contra las personas, ha señalado; a la vez que ha pedido un diálogo entre “la economía, el humanismo y laespiritualidad”.

Paro y suicidio juvenil

Por ello, pidió a todos que reflexionasen sobre el acompañamiento que se hace a los jóvenes parados o con un trabajo que no les dignifica. Para Francisco este “es uno de los problemas más agudos y dolorosos para los jóvenes, ya que va directamente al corazón de la persona”, porque quien no tiene un empleo no puede llevar el pan a casa, subrayó recordado algunas anécdotas personales. Por eso ha invitado a todos a la “creatividad”.

Otra forma de desesperación que Bergoglio ha puesto de manifiesto, hablando de los jóvenes, es el aumento del número de suicidios. “¡Es escandaloso!”, ha reiterado al hablar de esta forma de afrontar la desesperación, en muchos casos por la falta de trabajo. También entre los parados se ha referido a la “alienación intermedia” de los distintos tipos de adicciones, que para Francisco son “una vía de escape a la falta de dignidad”. “¿Pensad que detrás de cada dosis de cocaína –creemos–, hay una gran industria mundial que hace esto posible, y probablemente –no estoy seguro– el mayor movimiento de dinero en el mundo?”, ha dicho abiertamente.

También ha denunciado que hay quienes, a veces a través de las redes sociales en el móvil, encuentran “un proyecto de vida” en fundamentalismos como el Isis“Los suicidios, las adicciones y formar parte de una guerrilla son tres opciones que los jóvenes tienen hoy en día, cuando no hay trabajo”, señaló. Por ello, pidió a los jesuitas que comprendiesen a los jóvenes a fondo para poder acompañarlos en su situación y ayudarles a encontrar el camino con “una palabra profética, necesitamos inventiva humana, tenemos que hacer muchas cosas. Ensuciarse las manos”, concluyó.

Mirando a Arrupe y a Pablo VI

Antes del diálogo, también de forma espontánea, Francisco bromeó con que los jesuitas ya no se ponen la sotana, como cuando él era joven, para ir a ver al Papa –“Veo que esa moda ya se ha pasado, gracias a Dios”, añadió–. El Papa defendió la variedad del ministerio pastoral de la Compañía de Jesús: “se necesita una gran libertad, sin libertad no se puede ser jesuita”, algo que se combina con la obediencia fruto del discernimiento para responder a la llamada de Dios porque la “originalidad de la Compañía” es la “unidad en medio de una gran diversidad”.

Citando a Pablo VI –en su intervención de la XXXII Congregación General (en la fotografía, el papa Francisco en la última Congregación General)– señaló que allí donde hay encrucijadas de ideas, de problemas, de desafíos, allí hay un jesuita. “En mi opinión, es el discurso más hermoso que un Papa ha hecho a la Compañía”, declaró espontáneamente, hecho en un momento de incertidumbre en el que el pontífice invitó a la ser valiente. Algo que relacionó con el último sermón del padre Arrupe antes de sufrir un ictus, el llamado “Canto del cisne” pronunciado volviendo de un campo de refugiados en Asia. En sintonía con esos discursos, el Papa les pidió “valentía” y “rodillas fuertes para orar.

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