El enigma Barros 4. Scicluna

Sorprendió a todos en Chile la misión del Promotor de Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe de escuchar a los acusadores del Obispo Barros. Bien acogido, su paso abrió un nuevo escenario y alentó la esperanza.

Al término de la visita de Francisco a Chile sus organizadores se mostraron satisfechos. Sin embargo, la prensa internacional no comparte esa evaluación. “La gira en Chile del Papa se convierte en la peor de sus cinco años de pontificado”, tituló Clarín en Argentina y destacó la “indiferencia” de los chilenos con la Iglesia y con el líder del Vaticano, que ha ido en ascenso en las últimas décadas. “El acompañamiento de la gente fue claramente menor del que se esperaba, sus palabras no tuvieron el habitual impacto y tampoco se acallaron las críticas”, argumentó. Igual opinión tuvo La Nación, también de Argentina, señalando que “Perú recibió al Papa Francisco con el fervor que no hubo en Chile. A diferencia de lo que pasó en Chile, donde reinó la apatía, hubo protestas, tensión y frialdad, los peruanos salieron masivamente a darle una colorida y afectuosa bienvenida”, precisó.

En Chile quedó una estela de tristeza y amargura. Una visita papal es siempre una gran fiesta, una gran ocasión. Esta vez fue controvertida: porque el obispo Juan Barros empañó el protagonismo de Francisco, porque éste tuvo expresiones inexplicables y porque el episcopado adhirió a esas expresiones. Todo esto en un contexto complejo provocado por la fuerte caída en la credibilidad y confianza de los chilenos en su iglesia; sumada la notable disminución de los últimos cinco años, en quienes reciben los sacramentos.

Es verdad que hubo otras expresiones del Papa que arrancaron aplausos: así fue su avergonzado pedido de perdón por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, hecho en La Moneda, ante las máximas autoridades republicanas del país. Sin embargo, él mismo se encargó de complicar este tema con otras afirmaciones consideradas ofensivas.

Asimetría de poder

Los tres denunciantes de Barros, en conferencia de prensa, señalaron que es necesario que las palabras de perdón, vergüenza y dolor del Papa en Chile se transformen en acciones concretas, para erradicar de las filas de la Iglesia a todos quienes se han aprovechado de la asimetría de poder que les da su ministerio y han abusado sexualmente de personas vulnerables. “Y también a todos quienes han encubierto activa y pasivamente estos abusos”, señalan.

Este ambiente de confusión no era favorable a la Iglesia, hacía más difícil sus explicaciones y sus evaluaciones de la visita. Y, peor, no se veía por dónde podía venir un cambio.

Por ello, la designación del Promotor de Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, arzobispo de Malta, Charles Scicluna, fue desconcertante al inicio y esperanzadora después. No se entendía bien a qué podría venir. Su tarea era escuchar a quienes acusan a Barros y para ello se hizo acompañar como notario por Jordi Bertomeu, sacerdote catalán, oficial de la misma Congregación. Programaron estar en Chile la semana del 20 al 23 de febrero, pero antes viajó a Nueva York para entrevistarse personalmente con Juan Carlos Cruz quien vive en Boston.

Por primera vez nos escuchan

Al término de esa entrevista, Cruz dijo a radio Cooperativa que “fue una reunión larga, emocionalmente difícil, pero estoy muy contento de haber podido hablar con monseñor Scicluna” y destacó que “por primera vez siento que nos están oyendo”. Confesó también que el arzobispo se conmovió al escuchar su testimonio: “Lloró conmigo cuando le contaba cosas. Sentí su compasión muy grande, espero que los que van a testificar en Chile sientan lo mismo que he sentido yo”.

Ya en su primer día en Santiago Scicluna escuchó a otros denunciantes. Sin embargo, esa noche debió ser internado en una clínica por una fuerte dolencia estomacal que obligó a operarlo en la mañana siguiente. Jordi Bertomeu asumió en su reemplazo. Y el programa siguió adelante. Unas 30 personas pudieron dar su testimonio, la mayoría acusando a Barros como encubridor o por provocar división en la iglesia diocesana de Osorno. También algunos lo defendieron. Incluso el mismo Barros fue escuchado, como confirmó Bertomeu a los periodistas.

“Confío que después de estos encuentros, ellos van a informar directamente al Papa, porque así se los pidió él, y que Dios ilumine a los que tienen que asumir estos estudios para que haya una consecuencia que nos ayude a salir del drama que vivimos”, resumió para Vida Nueva el obispo de Rancagua, Alejandro Goic, presidente del Consejo para la prevención de abusos en la Conferencia Episcopal de Chile.

Al término de la semana concluyó el programa oficialmente previsto, aunque la estadía de ambos integrantes de la Congregación para la Doctrina de la Fe se debió prolongar algunos días hasta que Scicluna fuera dado de alta.

“Estamos cansados porque ha sido una ronda larga que en cierta manera concluimos hoy”, confesó el sacerdote español Jordi Bertomeu a los periodistas durante el último día de entrevistas. “Creo que se han cumplido las expectativas, porque la expectativa era escuchar y hemos escuchado. Con el monseñor Scicluna, siguió, nos hemos sentido un poco sobrecogidos por la densidad del sufrimiento de todo, de todo este infinito que es cada persona, muy complejo. Y tener que entender lo que nos quieren transmitir en tan poco tiempo, hemos tenido rondas de media hora y una hora. Pero hemos intentado, no sé si lo hemos conseguido, escuchar. Hemos estado dispuestos a entrar en aquel sufrimiento”, confesó agregando que ahora procesarán toda la información para entregarla al Papa.

Está naciendo algo nuevo

El dirigente del movimiento de laicos de Osorno, que pide la renuncia de Barros a esa diócesis, al salir de su encuentro con Bertomeu reflexionó sobre todo este proceso: “¿por qué tiene que venir el arzobispo de Malta o un sacerdote español para hacer lo que siempre debió hacerse en la Iglesia chilena? Que las víctimas de Karadima y nosotros nos sintamos más escuchados por ellos que por el episcopado chilenos y la Nunciatura apostólica demuestra que algo no está bien” planteando así una dimensión mayor para lo que hasta ahora parecía limitado al obispo Barros.

También ofreció su testimonio el obispo emérito de Ancud, Juan Luis Ysern, quien a la salida de la Nunciatura, asediado por los periodistas, dijo: “Para mí lo fundamental es el futuro, porque lo interesante es ver que está naciendo algo nuevo y eso es lo que necesitamos impulsar todos. Depende mucho de cómo ustedes lo plantean a la opinión pública, porque pueden ayudar o detener. Ciertamente su servicio es muy grande, pero aquí lo importante es que está naciendo algo nuevo, precisamente con lo que es la participación de los laicos, incluso aunque parezcan que están en contra de la Iglesia, yo lo veo al revés, porque están cumpliendo lo que dijo él, ‘armen lío’. Ahora hay que esperar la respuesta”.

Frente a una posible autocrítica por el caso, Ysern contestó que “nosotros los curas tenemos que corregirnos, porque no se puede crecer como pueblo de Dios si pensamos que solo los curas tenemos la palabra. Tenemos que aprender a escuchar y ser más humildes”. Junto con admitir que el Papa se equivocó cuando trató a la gente de Osorno de “tonta”, Ysern manifestó que asistió a la reunión de esta mañana “en el sentido de ver el futuro, que lo veo muy bonito y me agrada mucho esta actitud de diálogo”.

Así, la misión Scicluna – Bertomeu dejó un nuevo escenario y abrió el horizonte generando nuevas esperanzas en la iglesia chilena. El jueves 1° de marzo ambos salieron del país. Ahora la mirada está puesta en el Papa Francisco: ¿continuará su defensa y apoyo a Barros?

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