Gayle Wolosback: “La tensión entre ciencia y religión es enorme y no sé cómo lograremos superarla”

Gayle Woloschak profesora de biología molecular y de religión en Chicago cristiana ortodoxa experta en bioética

No siempre nos damos cuenta de la variedad y de los nuevos fermentos que agitan el mundo ortodoxo, sobre todo el femenino. Un ejemplo es Gayle Woloshak, científica y teóloga, que ha presidido durante algunos años la Orthodox Theological Society americana. Ella es una científica de altísimo nivel, dirige un laboratorio y al mismo tiempo es teóloga y experta de bioética.

PREGUNTA.- ¿Qué le empujó a desarrollar este doble estudio?

RESPUESTA.- Al principio de mi carrera, trabajaba para una laboratorio gubernamental y mi colega enseñaba ciencias religiosas. Ya que soy ortodoxa, practicante e interesada en lo que sucede en mi Iglesia, me propuso dar una conferencia. Cuando se jubiló, me ocupé yo del curso. Se trataba de un curso del centro Zygon para la ciencia y la religión. Mientras discutía de ciencia con algunos teólogos, me di cuenta que no entendían el tema, y esto me entristeció. Hablaban, pero como si no tuvieran ninguna formación científica; cometían errores, un hecho que invalida su discurso. Y lamentablemente, también era verdad lo contrario. Visto que los científicos no entendían la teología, entonces decidí profundizar mi formación teológica.

P.- Usted es una científica, ¿vivir su fe en este ámbito profesional es tan difícil como se dice?

R.- Es muy difícil. El mundo de la ciencia es muy desconfiado hacia el de la religión y por eso los creyentes son realmente reticentes a hablar de su fe. Yo he trabajado codo con codo con un colega durante siete años en una clínica, pero tuve que esperar a mi última semana allí para descubrir que era diácono de la Iglesia presbiteriana. ¡Habíamos trabajado juntos, publicado artículos juntos! Esto da una idea de la prudencia de los científicos respecto a su vida espiritual. Hablarlo, a veces, está mal visto. Hace algún tiempo, el responsable de un departamento rechazó mi candidatura porque había dado conferencias contra la teoría de la evolución en la fundación Templeton. ¡No era verdad! Mi conferencia hablaba precisamente sobre personas que, por motivos religiosos, la ven como un problema. Él no sabía mucho sobre el argumento, pero eso no le impedía tomar decisiones respecto a la vida de los demás. La tensión entre ciencia y religión es enorme y no sé cómo lograremos superarla. Sin embargo, en el ámbito científico vemos desarrollarse grupos de investigación interdisciplinarios. Estos grupos deberían abrirse mucho, como para integrar la filosofía, la historia y la teología, pero será necesario tiempo, por los prejuicios… Los científicos no ven precisamente cuál podría ser la contribución de los teólogos, y los ambientes religiosos están más bien intimidados por los científicos.

P.- ¿Cuál puede ser la contribución específica de los teólogos al debate científico?

R.- Los científicos escrutan, analizan el mundo material. Tratan de entenderlo, pero no ven qué hay detrás del encuadre general. Pero los científicos aman, tienen una vida afectiva, viven en relación con otras personas y sienten emociones: en consecuencia, saben que existen otras dimensiones del ser. En cierto sentido, en ellos hay inevitablemente, una dimensión espiritual. La ciencia se nutre también de esa creatividad, de intuición, y cuanto más profundiza uno en las propias búsquedas, más percibe que no hay solo una dimensión material, hay del otro. Los teólogos pueden ayudar a los científicos a mejorar, en el sentido de que pueden impedirles permanecer aislados en su laboratorio. (…)

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