Una visita que renueva nuestra esperanza

Reflexiones del coordinador de Pastoral Social Regional Suroriente

Como Pastoral Social Regional en el Suroriente Colombiano con la visita del Papa nos queda una esperanza fortalecida. Su paso por Villavicencio como parte del bioma amazónico nos deja un claro mensaje, haciendo alusión a la diversidad cultural y la importancia ambiental que reviste nuestra región: “Colombia no la puede amputar sin ser mutilada en su rostro y en su alma”. Nos plantea la amenaza que actualmente tiene la selva amazónica, materializada en proyectos extractivos y de infraestructura que desconocen la frontera ecológica y afectan ecosistemas frágiles.

El llamado que nos hace el Santo Padre con la alusión a la protección de la Amazonía exige acciones efectivas de protección ambiental. Por una parte, los gobiernos deben establecer las medidas necesarias y traducirlas en hechos concretos. Es notorio el tránsito hacia un  modelo económico que depende de la  sobreexplotación de recursos naturales. Por otro lado, la sociedad  debe continuar con acciones que sean coherentes con el cuidado de la Creación, iniciativas comunitarias de producción limpia, acciones para reducir las emisiones de Co2 por parte de las empresas.

Otro reto que se nos refuerza es seguir buscando el camino dando pasos para la armonización con la Casa Común. Es necesario seguir avanzando en políticas justas que ataquen las estructuras y los sistemas depredadores que siguen saqueando la naturaleza. También es indispensable seguir avanzado en la práctica de procesos que hagan más justas las relaciones entre habitantes de la Amazonía y habitantes del resto del planeta, especialmente del resto del bioma. Nuestros hermanos indígenas están dispuestos a aportarnos para que reduzcamos esa violencia contra la Creación.

En el cuidado de la Casa Común el Papa nos señala la importancia de aceptar y de respetar a los pueblos tradicionales que durante siglos han vivido en la Amazonía, respetándola, haciéndola muchas veces florecer aún más. Por lo tanto, es importante trabajar en las mentalidades extractivitas para mostrar que estos hermanos no son problemas que hay que reubicar para que avance el supuesto “desarrollo”. Ellos son protagonistas fundamentales para que desde su cultura se facilite la armonización del ecosistema.

La invitación se refrenda después de la visita papal en el compromiso de cambio de hábitos destructivos hacia unos más respetuosos.

Desde la Pastoral Social Regional seguiremos aportando con procesos de formación y de acción en atención humanitaria, organización comunitaria, cuidado ambiental, producción agroecológica, generación de energías alternativas renovables y manejo de los desechos que se generan en la actividad humana; tendiendo puentes de encuentro entre las comunidades y la institucionalidad.

Una reconciliación verdadera

Con el llamado a la reconciliación Su Santidad nos pone una medida exigente, con estos altos márgenes de polarización que tenemos en nuestra región. No se trata de una reconciliación basada en el olvido de lo sucedido, sino en la verdad de lo acontecido y en la reparación, derechos que tienen las víctimas. También nos llama la atención su insistencia al hablar de procesos que respeten la dignidad humana y no que impongan. En el escenario territorial vemos programas con gran cantidad de acciones desarticuladas, motivadas por el hacer, calcando formas de actuar. En la cultura del encuentro el Santo Padre nos propone un camino para reconocer al hermano, escucharlo, mirarlo a los ojos y desde allí construir nuevas formas en las que el amor, el bien común y la verdad busquen el respeto y cuidado de la dignidad humana.

Ante el llamado a trabajar por terminar con las causas estructurales de la pobreza, Pastoral Social debe seguir aportando en el acompañamiento y formación a las comunidades, para que tomen parte activa del ejercicio participativo en el que se van determinando las políticas públicas en sus territorios. Impulsar comunidades hacia su empoderamiento será el mejor aporte para ir tejiendo la cultura de la paz.

El sufrimiento y el dolor de tantas miles de personas no debe pasar desapercibido para quienes nos llamamos cristianos. Como Pastoral Social Regional el acompañamiento debe partir siempre del conocimiento de la realidad que viven las comunidades. Un reto importante es contribuir para que en las comunidades que han sufrido la violencia, el hambre, el desplazamiento sean sanadas desde lo profundo; solo así se podrá hablar de reconciliación verdadera.

El trabajo que realizamos debe incluir un todo, la defensa del territorio que tanto para indígenas como afrodescendientes y campesinos implica la vida. Este cuidado exige de nosotros nuevas maneras de interactuar en el territorio, evaluaciones constantes de intervención para dar respuestas acertadas de construcción teniendo siempre presente a la persona y el respeto por su dignidad.

Nuestro acompañamiento debe generar encuentros de reconocimiento, donde se expresen los sentires y desde allí se puedan ir sanando las heridas que el largo conflicto ha dejado en todos. La Pastoral Social Regional debe ser un puente de esperanza, donde se apoye y ayude a las personas a encontrarse de frente con la esperanza, la vida y la reconciliación pero esto no se hace desde el vacío, desde la nada, debe partir siempre desde nuestra razón de ser que no es otra sino el Evangelio.

El reto más grande que tenemos como agentes de pastoral es amar tan profundamente que nuestra vocación opte siempre por los más débiles, por su defensa y la dignificación de cada uno, sin descanso hasta no ver que la justicia se impregne en todo lo que hagamos.

Luis Enrique Amado

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