Iglesia en Acapulco: “Ante desastres naturales, urge sembrar la semilla de la prevención”

  • El estado de Guerrero fue víctima del huracán Max, donde hasta el momento se reporta una persona muerta, cuatro mil viviendas afectadas y decenas de comunidades incomunicadas

La temporada de huracanes 2017 no ha sido benévola con México; desde la tormenta tropical “Adrián” (en mayo), hasta los huracán “Max” y “Norma”, que actualmente azotan los estados ubicados en el Océano Pacífico, los daños se calculan en miles de millones de pesos.

Tan sólo “Max”, ha dejado en Guerrero un saldo de una persona muerta, dos desaparecidas, más de cuatro mil viviendas afectadas, y por lo menos 40 comunidades incomunicadas a causa de los deslaves y daños en las vías de comunicación.

Ante esta situación, la Arquidiócesis de Acapulco ha hecho un llamado a fomentar desde los hogares mexicanos una cultura de protección civil, a fin de estar preparados para cualquier fenómeno natural.

La semilla de la prevención

Al término de la misa dominical en la Catedral de Acapulco, el arzobispo Leopoldo González González consideró que es en el hogar en donde debe sembrarse la “semilla de la prevención”, así como crear protocolos ante eventuales contingencias.

En la familia –dijo– “los papás han de hacer un proyecto de emergencia en algún caso de desastre: dónde ir, dónde quedarse, salir a zona segura, y si no, dentro del hogar ubicar cuál es el lugar para correr menos peligro”.

Explicó que aunado a los huracanes, los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas están ubicados en una zona altamente sísmica, lo cual acentúa los riesgos, por lo que llamó a la ciudadanía a estar preparada.

Acción ante la emergencia

Leopoldo González dijo que actualmente se vive una situación de dolor en la Costa Chica de Guerrero, tras el paso del huracán Max, ante la cual la Iglesia no ha sido ajena.

Explicó que la semana pasada visitó algunas comunidades, entre ellas la de San Marcos, donde constató el dolor de los pobladores, además de la pérdida de las siembras, pues los campos fueron devastados.

Ante esta realidad, pidió a las autoridades de los tres niveles de gobierno no detener la ayuda para las familias que se quedaron sin casa y para aquellas que perdieron sus parcelas “faltando pocos meses para disfrutar de sus cosechas”.

Lamentó que, como siempre, sean las personas más pobres las afectadas por las catástrofes naturales, razón por la que hizo un llamado a las autoridades para que la distribución de la ayuda en las zonas siniestradas dé prioridad a los que menos tienen, a fin de acercarles comida, vestido y brindarles un lugar donde dormir, en tanto comienza la reconstrucción de los hogares colapsados.

Una Iglesia cercana

Monseñor Leopoldo González también ha visitado varios albergues, donde les ha hecho saber a los damnificados que la Iglesia está muy cerca de ellos, “acompañándolos en estos momentos difíciles”, y que continuará insistiendo a las autoridades para que la ayuda no termine y las familias afectadas puedan regresar a la normalidad y recuperar sus casas y pertenencias.

Asimismo, informó que en los próximos días la Arquidiócesis de Acapulco abrirá un centro de acopio en la Catedral Cristo Rey para ayudar a los damnificados en la Costa Chica.

Violencia, el otro huracán

En otro tema, el arzobispo hizo un llamado a consolidar el proyecto de reconstrucción de la paz en Acapulco, el cual –dijo– será a largo plazo, pero siempre privilegiando el diálogo “para que haya reconciliación, reconstruir la verdad y poner en el centro a las víctimas”.

Se refirió al gran daño que los propios guerrerenses se han causado, “por la violencia que hemos ejercido, por el dolor que hemos generado, por las omisiones o indiferencias que hemos practicado hacia las víctimas”.

Todas estas víctimas –concluyó– nos llevan a buscar las condiciones para aplicar la justicia, que sin negar las culpas o penas, garanticen la restauración de las personas, instituciones y sociedad. Sólo así estaremos en México y Guerrero en condiciones de una paz verdadera y duradera”.

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