¿Los cristianos deben abandonar la vida pública? ¿Existe hoy una “opción benedictina”?

  • El éxito del libro ‘The Benedict Option’ ha abierto un profundo debate en EE.UU. sobre el estado del catolicismo norteamericano
  • “Es el libro religioso más discutido e importante de la década”, considera The New York Times
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Rod Dreher, periodista estadounidense autor de The Benedict Option

El extraordinario éxito en Estados Unidos de ‘The Benedict Option: A Strategy for Christians in a Post-Christian Nation’ (2017), que se podría traducir como ‘La opción benedictina: una estrategia para los cristianos en una nación post-cristiana’, ha abierto un amplísimo debate cultural en el que se han implicado –y muy ampliamente– medios tan prestigiosos como las revistas The New Yorker y The Atlantic, o el diario The New York Times, por ejemplo, que lo califica como “el libro religioso más discutido y más importante de la década”, en palabras del crítico David Brooks. Y no ha acabado: sigue y sigue.

Porque la discusión que ha generado el periodista Rod Dreher [en la imagen que abre este reportaje] (St. Francisville, Luisiana, 1967) cabalga entre su análisis –en general, admitido como lúcido y riguroso– acerca de la escasa presencia del “verdadero” cristianismo en el país norteamericano y la reprobación que suscita por su oposición frontal al “dogma de la diversidad sexual”, como lo llama paradójicamente el propio Dreher.

En medio, y más allá de ambos planteamientos sin duda polémicos, lo que realmente ha centrado la discusión es la aparente seducción de la respuesta que propone el periodista norteamericano ante lo que denomina la “marginación” y la “derrota” del catolicismo. Es decir, la “opción benedictina” que propugna Dreher inspirada por el filósofo Alasdair MacIntyre: imitar a san Benito de Nursia, abandonar la vida pública, crear nuevas comunidades católicas y refugiarse en ellas para “encontrar formas nuevas y más radicales de practicar la fe”.

Porque, sostiene Dreher, “la continua participación plena en la sociedad dominante no es posible para aquellos que quieren vivir una vida de virtud”. (…)

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