Los votos de 600.000 cristianos y de dos millones y medio de católicos se están mirando como un factor definitivo para las elecciones presidenciales de 2018.
Para las iglesias cristianas hay pocas dudas. Su éxito electoral en el plebiscito de octubre de 2016 es tenido como un primer paso para la militancia política. Una encuesta reciente del Centro Nacional de Consultoría (CNC) registró que para el 63% de los cristianos es importante que los grupos religiosos defiendan sus creencias en la política. Lo hicieron en el plebiscito bajo la persuasión de que los acuerdos de paz estaban contra la familia al defender la ideología de género. Anteriormente se habían unido para rechazar unas cartillas de educación sexual que, según ellos, difundía el Ministerio de Educación para justificar y difundir la homosexualidad.
Los católicos, por el contrario, se mantienen distantes. Solo el 34% de los encuestados cree que deben participar en política en cuanto católicos. El 61% respaldan el proceso de paz, mientras los cristianos solo lo avalan en un 29%.
El expresidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Augusto Castro, afirmó que los acuerdos de paz nada tienen que ver con la ideología de género y precisó que para los católicos la paz está por encima de los partidos.
Es previsible, por tanto, que los grupos cristianos harán de la actividad electoral en 2018, una causa religiosa y que el catolicismo mantendrá su distancia y su voluntad de respetar la libre decisión de los ciudadanos.
