Tribuna

¿Una iglesia verde?

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Este año se recordó amargamente los 10 años del Baguazo, el trágico 5 de junio. El enfrentamiento campal entre la policía fuertemente armada, por tierra y por aire, contra nativos de las comunidades Awajun y Wampis, que llevaban 57 días de huelga por el extractivismo en sus tierras. La causa: durante el gobierno del expresidente Alan García se aprobaron normas para que las empresas extractivistas extranjeras, pudieran trabajar en territorios habitados por comunidades indígenassin su permiso, sin consulta.



Luego de 5 años, América del Sur sería sede para la vigésima quinta Conferencia de las Partes, COP25. Brasil fue el país propuesto para que este evento mundial se pueda realizar, pero su presidente, Jair Bolsonaro, responsable del mayor ecocidio de los últimos años, el incendio de la Amazonía, el pasado mes de septiembre se negó a realizar la COP, por lo que el país hermano de Chile asumió el reto. Sin embargo, debido a la crisis que están afrontando, su presidente tuvo que cancelar la COP25 a un mes de su realización. Ahora, Madrid será la sede del evento de las Naciones unidas.

Extractivismo en Perú

El presidente de Perú es reconocido por su lucha contra la corrupción, sin embargo, sus políticas siguen siendo neoliberales. Está a favor de los mega proyectos extractivistas que terminan dañando a las comunidades y al territorio peruano.

Dos casos son muy visibles en los últimos meses. Uno es el conflicto por el proyecto Tía María, que ha generado más de 200 personas heridas las últimas semanas y que las empresas representadas por la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP) ha exigido su pronta ejecución, haciendo caso omiso a la comunidad agrícola del Valle del Tambo, lugar donde se desarrollaría el proyecto.

El otro proyecto que generará un gran impacto negativo en cuatro ríos de nuestra Amazonía, lo mismo que en las 424 comunidades que viven gracias a estos ríos, es la Hidrovía Amazónica, que ha tenido observaciones en sus Evaluaciones de Impacto Ambiental. Por lo que en el Perú, las comunidades y el territorio son objetos de descarte por cuenta de la generación de riquezas para un pequeño sector privilegiado.

Desastre ecológico

Algunos datos sobre el daño ambiental en el país: 127 hectáreas taladas, en áreas protegidas en los distritos de Papaplaya y El Porvenir (San Martín); 570 mil soles por sanciones impuestas a Petroperú por derrames de petróleo en Iquitos; 13.360 hectáreas de bosque deforestado por el grupo Melka; 184 conflictos sociales registrados en septiembre por la Defensoría del Pueblo, de los cuales 122 son por actividades socioambientales.

Frente a este desastre ecológico ¿qué participación tiene la iglesia evangélica? El fundamentalismo bíblico ha adormecido al sector evangélico por discursos y mensajes descontextualizados que venden una falsa esperanza de una mejor vida en “la otra vida”, generando que “esta vida” se limite únicamente al desarrollo “espiritual”, porque es la única entrada a la “otra vida”, dejando de lado las áreas sociales, políticas y ambientales.

Para estos espacios fundamentalistas, la crisis que afrontamos son “voluntad de Dios” y no deberíamos intervenir de otra manera que no sea orando. Por lo tanto, hay un desencantamiento de nuestra realidad, de la sociedad, del prójimo y del hogar en el que estamos hoy y ahora: nuestra ‘casa común‘. Además, estos espacios fundamentalistas están siendo liderados por pastores que velan solo por su bienestar personal, rompiendo el mensaje central del Evangelio, situación que refuerza la poca o nula respuesta frente a diversas problemática sociales en las que estamos inmersos.

Signos de esperanza

A pesar de ello, hay muchas cosas positivas para resaltar y continuar trabajando: la vida de personas líderes, testimonios de trabajo, entrega, aguante y esperanza; en muchas provincias las pequeñas iglesias y su trabajo con comunidades indígenas en la defensa de territorios; comunidades de base como la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), el Instituto Bartolomé de las Casas, la Facultad de Teología y Religión AETE, la Asociación de Grupos Evangélicos Universitarios del Perú (AGEUP), que aportan a la formación crítica y sirve como impulso para nuestro compromiso con la sociedad.

Jóvenes peruanos comprometidos con la crisis socioambiental / AGEUP

Uno de estos espacios donde el tema ambiental se viene trabajando, es el Programa de Ecología y Cuidado de la Casa Común de AGEUP, que acompaña los procesos formativos en espacios de fe para que estos generen conciencia ambiental y puedan ser actores transformadores de la sociedad. Esta iniciativa nació para responder la pregunta formulada inicialmente: ¿qué participación tiene la iglesia evangélica frente a la crisis socioambiental? Frente al silencio de algunas iglesias con respecto a la temática ambiental y a su acercamiento a diversas realidades del país, decidieron reaccionar activamente para que  los discursos apaciguadores terminen, buscando desde sus espacios de fe construir respuestas a determinadas problemáticas socio-ambientales.

Iglesia y compromiso socio-ambiental

Una iglesia preocupada por la crisis socioambiental se construye en comunidad, siendo consciente de la realidad y respondiendo activamente a las problemáticas socio-políticas y económicas. Y para esto, las iglesias o comunidades de fe deben ser espacios de formación integral, donde se entienda la vida en todas sus dimensiones, sin sobreponer una sobre otras.

Entonces, como cristianas y cristianos estamos llamados a participar en la construcción de la Iglesia que queremos hoy. Una iglesia coherente con el evangelio, donde las mujeres no sean un complemento, sino pilares de construcción, donde formemos nuevas actitudes que construyan fraternidad, libertad y alegría en vez de sometimiento, imposición o miedo. Una iglesia de Jesús, que vivió con los pobres, atento a lo que pasaba a su alrededor, que se indignaba y levantaba su voz  frente a las injusticias.

* Director Regional de la Asociación de Grupos Evangélicos Universitarios del Perú (AGEUP).