Tribuna

Semana Santa en Mugutu, el corazón de Burundi

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Escribimos con letra pequeña lo que no nos parece importante. Nos cuesta reconocerlo, pero así es. Dios ya no es tan importante en nuestro mundo europeo. La ciencia, el bienestar, el poder económico tienden a arrinconar el recuerdo de Dios en la nebulosa de lo insignificante. En los pretendidos países del bienestar se da una fuerte presión para colocar a Dios en el baúl de lo caduco.

Ante esta presión, las iglesias se vacían. Las campanas molestan y el discurso religioso languidece en la prensa. Si buscas a Dios, solo lo puedes encontrar en la letra muy pequeña que para muchos carece de sentido.

Sentado en un pollino

En nuestro mundo, Dios camina hacia un aparente sinsentido, su muerte en una cruz, como testimonio de su amor a nosotros, sentado en un humilde pollino. El pasado Domingo de Ramos, pudimos experimentarlo en Burundi, donde me encarno como misionero (soy padre blanco) desde hace décadas.

Mugutu es una zona situada en la periferia de Gitega, a unos seis kilómetros de esta nueva capital de Burundi. El salario de un obrero corriente es de un euro al día. Nadie sueña ni con vacaciones en la playa ni con restaurantes de lujo. Conocen la precariedad y muchos encuentran en la fe cristiana su mejor referencia.

Misa una vez al mes

La iglesia que tienen les resulta muy pequeña y, sobre todo, les dolía que solo podían celebrar la misa una vez al mes por falta de sacerdotes. Cuando, meses atrás, les anunciaron que iban a tener un sacerdote que iba a celebrar la misa todos los domingos, la iglesia se llenó de aplausos llenos de alegría. Dios iba así a estar más presente en sus vidas. Y, como la iglesia enseguida resultó pequeña, con la ayuda de tres españoles y la colaboración de los fieles, se puedo ensanchar por un lateral el templo. Así, lo adornaron con gozo para celebrar, el pasado 1 de noviembre, la fiesta de Todos los Santos.

Pero, a pesar de esto, muchos cristianos, desbordando la iglesia, se veían obligados de seguir la misa fuera. Así, colaborando una vez más con ellos, hemos llegado a esta Semana Santa tan especial, luchando para que se pueda celebrar la Pascua donde todos los cristianos tengan cabida. El entusiasmo es tal que, quizás el próximo año, una comunidad sacerdotal pueda instalarse cerca de esta iglesia.

Ensanchando la familia

Por lo pronto, este año es la primera vez que vamos a celebrar en Mugutu toda la Semana Santa, que tendrá su punto central en la celebración de la vigilia pascual, con 22 bautizos de adultos que llevan cuatro años de catequesis para formar parte así de la familia cristiana.

Construir una iglesia es escribir el nombre de Dios con letras más grandes, para que todos tengan cabida. Esto lo vivimos de un modo encarnado en la procesión de entrada a la misa de Domingo de Ramos. Como sacerdote, no caminé delante de la gente, sino que me dejé llevar por su instinto y entusiasmo hacia esa iglesia que crece y se renueva.

Dice el papa Francisco que el sacerdote debe colocarse de vez en cuando detrás de las ovejas, pues tiene un olfato especial para reconocer el mejor camino. Aunque la gente humilde sabe ya muy bien lo que más les conviene.