Tribuna

Religiosos por el mundo (Europa): rarezas y sorpresas de la vida

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Los días previos al confinamiento, los Misioneros Javerianos aquí en Carabanchel los vivimos de forma extraña, y si ha habido una palabra, un adjetivo que definiera, desde mi punto de vista, todo este tiempo ha sido precisamente la extrañeza o lo extraño de una situación que se presenta anecdótica, como si fuera a ocurrir algo que a nosotros no nos toca y mucho menos en esas dimensiones acontecidas, y menos cuando nos va a obligar a cerrar o encerrarnos por un par de días.



Entonces el instinto de subsistencia se dispara, las preocupaciones por lo material, si tenemos o no suficiente comida en la despensa, si va a ser algo pasajero; en fin, un montón de interrogantes. Lo primero, informar a grupos misioneros, amigos y familia, contactos en parroquias y colectivos misioneros que venimos acompañando para cancelar charlas y conferencias…

En un principio, como lo que se avecina, la pandemia, está lejos, pues uno cree que no le va a tocar, y seguimos lo que dice la prensa o la televisión, pero mira por donde a nosotros nos ha tocado, en Italia ha sido fuerte y también aquí en Carabanchel, Madrid. Somos una comunidad misionera, lo nuestro es la misión ad gentes: esa de salir, dejarlo todo y pasar la vida en África, América Latina o Asia y, como misioneros, estamos preparados para la sorpresa, los imprevistos. Ya nos tocó vivir el Ébola en Sierra Leona, ninguno imaginaba que le tocase a Europa.

Con apoyo de los laicos

A nivel normativo, hemos intentado seguir lo que desde el Gobierno, Comunidad de Madrid, Conferencia Episcopal y otras instituciones han indicado. Empezamos por establecer unos mínimos de uso de espacio dentro de casa, de normas de higiene y contacto. Para cosas más concretas hemos podido consultar a médicos y enfermeras y amigos de nuestro Laicado Javeriano, quienes en todo momento han estado con nosotros vía WhatsApp o teléfono.

El hecho de caer uno tras otro a cuenta gotas ha sido lo que más nos ha sorprendido. Desde el primer momento de aviso y preocupación decidimos que el personal de servicio permaneciera en su casa y no vinieran a trabajar, por su propia seguridad y por la nuestra, por lo que el resto de tareas de cocina, de limpieza y mantenimiento de la comunidad lo hemos hecho nosotros.

Tenemos una casa en Lombardía (Alzano Lombardo) y allí fue donde fundamentalmente se inicia el Covid-19, pero el salto lo dio a Parma (Reggio Emilia) donde tenemos la Casa Madre. El caso es que en ambos lugares contamos con un buen equipo de seguimiento médico de nuestros hermanos misioneros mayores, pero, debido al contacto con personal contratado, el virus también entró en nuestras comunidades de mayores haciendo estragos.

Muchos de ellos contaban con otras enfermedades, pero no como para fallecer en poco tiempo. Y aquí en Madrid,  todas las tardes esperábamos la información de la Dirección General contándonos lo que ocurría en estas dos casas en Italia y sumando una tercera información de lo que ha ido apareciendo en Sierra Leona, Chad, Camerún, Brasil, México y Bangladesh, donde todo ha quedado confinado ipso facto.

Nuestros hermanos Javerianos en misión estaban muy extrañados de lo que estábamos viviendo en Italia y España. Gracias a José Galera, párroco de la Epifanía del Señor, parroquia en la que colaboramos, la policía, bomberos, incluso el Ejército se interesaron por nosotros. Fue el 21 de abril cuando vinieron los bomberos y desinfectaron la casa.

Hoy en día, la situación está más normalizada y nos preparamos para realizar de manera virtual, y siempre que podamos presencial, todos nuestros menesteres de ayuda a los demás.

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