Tribuna

Para construir una cultura de familia

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En la formación de la personalidad, tanto de los niños como de los adultos, ocupa un lugar destacado el cultivo y desarrollo de la cultura. La familia es el primer ámbito para la promoción de la cultura y debe ayudar a encontrar su sentido más valioso.



En la familia se ha de crear un ambiente en el que la instrucción se vaya convirtiendo en cultura y la cultura en sabiduría, que oriente la vida personal. La sabiduría no consiste solo en saber sino en saborear el saber. Thibon decía que la sabiduría es conocer las cosas por sus últimas y más altas causas.

Pero la cultura familiar no es algo programado de antemano, sino más bien se han de aprovechar las oportunidades que se presentan en la vida familiar y en otros ámbitos sociales, como los colegios, las bibliotecas públicas, los museos, los clubes juveniles, el cine y otros.

La cultura familiar la deben promocionar sobre todo los padres, que son los primeros y principales educadores. Así que en el hogar habrá una biblioteca familiar; una colección de películas, vídeos y fotografías de los viajes; los medios de comunicación que entran en casa, como los libros, los periódicos, las revistas, la televisión y las tradiciones… y costumbres familiares.

A través de la conversación familiar se podrán relacionar todos los medios anteriores con los verdaderos valores que dan sentido a la vida. A través de los bienes culturales, los hijos aprenderán a valorar lo verdadero, lo bueno y lo bello. También ayudará a los pequeños a descubrir el significado de la virtud y la necesidad de practicarla.

Los educadores han de estar atentos para la selección de los diversos recursos o vehículos culturales, para no caer en la subcultura o en sucedáneos culturales que no son formativos.

Un objetivo de la cultura familiar es despertar el interés de los hijos para la verdadera cultura y fomentar el espíritu crítico ante programas de la televisión que son auténtica telebasura, y ante libros y revistas que no ayudan a la mejora personal.

Por el contrario, uno de los medios más positivos para la cultura familiar es la adquisición de hábitos que con la perseverancia se conviertan en valores de vida para la familia.

Valores de y para la vida…

Al nacer, las personas no somos ni buenos ni malos, desconocemos las normas que rigen nuestra familia o nuestra sociedad. Nuestra conciencia ética se va desarrollando con el paso de los años. Por eso es tan importante enseñar y aprender los valores cívicos que nos permitan desarrollarse y convivir en una sociedad plural. Los valores son las normas de conducta y actitudes según las cuales nos comportamos y que están de acuerdo con aquello que consideramos correcto.

Urgente:

Hay algunos valores fundamentales que todas las personas debemos asumir para poder convivir unos con otros y que son importantes tener siempre presentes y cumplir sin perjudicar a nadie.

La adquisición de buenos valores depende, como casi todo en la vida del ser humano (niño), de sentirse querido y seguro, de desarrollar lazos estables con sus padres y de tener confianza en sí mismo. Sólo sobre una base de amor y seguridad podrá aprender e interiorizar los valores éticos correctos. Lo más importante: el ejemplo que dan los padres en su forma de relacionarse con los demás, de pedir las cosas, de ceder el asiento, de repartir lo que les gusta, de renunciar a algo, de defender a alguien, etc. Un comportamiento de los padres-tutores-educadores, que transmite tolerancia, respeto, solidaridad, confianza y sinceridad empapa a los educandos de todos estos valores y aprenden a actuar respetándolos siempre.

Los valores pueden variar mucho según las culturas, las familias o los individuos. Existen diferentes tipos de valores:

  • Valores familiares: Hacen referencia a aquello que la familia considera que está bien y lo que está mal. Tienen que ver con los valores personales de los padres, aquellos con los que educan a sus hijos, y aquellos que los hijos, a medida que crecen, pueden aportar a su familia. Los valores familiares son los primeros que aprenderá nuestro hijo y, si sabemos transmitirlos con paciencia, amor y delicadeza, pueden ser una buena base en la que apoyar, aceptar o rechazar otras experiencias, actitudes y conductas con los que se irá encontrando a lo largo de su vida.
  • Valores socioculturales: Son los valores que imperan en la sociedad en el momento en que vivimos. Estos valores han ido cambiando a lo largo de la historia y pueden coincidir o no con los valores familiares. Puede ser que la familia comparta los valores que se consideran correctos a nivel social o que, al contrario, no los comparta y eduque a sus hijos según otros valores. En la actualidad, intentamos educar a nuestros hijos en el respeto, la tolerancia, la renuncia a la violencia, la consideración y la cortesía, pero vivimos en una sociedad en la que nuestros hijos pronto descubren que también imperan otros valores muy diferentes como el liderazgo, el egoísmo, la acumulación de dinero, el ansia de poder, e incluso el racismo y la violencia. Los valores familiares determinarán, en gran medida, el buen criterio que tenga nuestro hijo para considerar estos otros valores como aceptables o despreciables, o para saber adaptarlos a su buen parecer de la mejor manera posible.

familia

  • Valores personales: Los valores personales son aquellos que el individuo considera imprescindibles y sobre los cuales construye su vida y sus relaciones con los demás. Acostumbran a ser una combinación de valores familiares y valores socioculturales, además de los que el propio individuo va aportándose a sí mismo según sus vivencias personales, su encuentro con otras personas o con otras culturas en las que, aun imperando una escala de valores diferente a la suya, el individuo encuentra actitudes y conductas que considera valiosas y las incorpora a sus valores más preciados.
  • Valores espirituales: Para muchas personas la religión es un valor de vital importancia y trascendencia así como su práctica. De la misma manera, la espiritualidad o la vivencia íntima y privada de algún tipo de creencia es un valor fundamental para la coherencia de la vida de mucha gente. Los valores espirituales pueden ser sociales, familiares o personales y no tienen que ver con el tipo de religión sino con el sentimiento que alimenta esa creencia.
  • Valores materiales: Los valores materiales son aquellos que nos permiten nuestra subsistencia y son importantes en la medida en que son necesarios. En la actualidad, vivimos un alza a nivel social, de los valores materiales: el dinero, los coches, las viviendas y lo que a todo esto se asocia como el prestigio, la buena posición económica, etc.
  • Valores éticos y morales: Son aquellos que se consideran indispensables para la correcta convivencia de los individuos en sociedad. La educación en estos valores depende, en gran parte, de que se contemplen en aquellos valores que la familia considera primordiales, es decir, que entre los valores familiares que se transmitan a los hijos estén estos valores ético-morales imprescindibles.
  1. Respeto: tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con sus virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y necesidades. Decir las cosas educadamente, sin herir, violentar o insultar a nadie, son muestras de respeto. La educación en el respeto empieza cuando nos dirigimos a nuestros hijos correctamente, de la misma manera que esperamos que ellos se dirijan a los demás.
  2. Sinceridad: es el pilar en el que se sustenta la confianza. Para que nuestros hijos no mientan, no debemos abusar de los castigos: los niños mienten por miedo al castigo.
  3. Renuncia a la violencia: que nuestros hijos no sean violentos depende mucho de que sus padres no griten, peguen o les falten al respeto.
  4. Disposición a ayudar: conseguir que los niños ayuden a los adultos y a sus iguales se consigue fácilmente: sólo debemos aceptar desde el principio sus ganas de ayudar, encomendarles pequeñas tareas y adaptarlas siempre a su edad y sus posibilidades.
  5. Cortesía: tiene que ver con el respeto, la consideración y los modales. No tiene que ver con no poder hacer algunas cosas porque no es de buena educación, sino en hacerlas diciendo “por favor”, “gracias” y “¿puedo?”.
  6. Consideración: tiene que ver con saber renunciar a los propios intereses en beneficio de los demás. Si los niños ven que sus necesidades se toman en serio, les será más fácil respetar las de las otras personas.
  7. Tolerancia: tiene que ver con la aceptación y el respeto hacia la gente que es diferente, a lo que nos resulta extraño, desconocido o poco habitual.
  8. Responsabilidad: tiene que ver con la confianza que tenemos en que nuestros hijos sabrán asumir algunas tareas y las cumplirán. Tiene que ver con la conciencia de que los actos o el incumplimiento de los mismos tienen consecuencias para otras personas o para nuestro propio hijo.

La responsabilidad que tenemos los educadores, padres, tutores y maestros en la transmisión de estos valores es crucial. Los valores no se transmiten vía genética, por eso es tan importante tenerlos en cuenta en la educación. Pero debemos saber que los valores no se enseñan independientemente del resto de cosas, ni a través de grandes explicaciones o dando una lista con aquello que consideramos correcto y lo que no, esperando que nuestros hijos la memoricen. Los valores se transmiten a través del ejemplo práctico, a través de la cotidianidad, de nuestro comportamiento en el día a día… HACIENDO DE LO ORDINARIO, ALGO EXTRAORDINARIO Y PERSONALIZADOR.