Tribuna

Hagamos las paces: aprendizajes del año escolar pasado

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Con todas las críticas y observaciones que podamos hacer sobre esa carrera de obstáculos que fue el año escolar pasado, hubo mucho aprendizaje que conviene recoger. Todos aprendimos algo: los estudiantes, los padres, los docentes, espero que los funcionarios y los comunicadores sociales también, pues bastante que se ha escrito sobre educación durante este año.



1.- Comparto con ustedes mis aprendizajes, y el primero es que no sabíamos casi nada de educar a distancia, así que tuvimos que recurrir a los sí eran expertos, ya fueran conocidos o buscar por otros medios. Y tengo que decir que me siento menos analfabeta digital. “Profe: queremos que participe en un Forochat”. Gracias a Dios no podían ver mi cara de susto, por ni idea de lo que eso significaba, y de ahí en adelante, con humildad y preguntando, fuimos aprendiendo. Debo decir que todos los aprendizajes no fueron sobre herramientas tecnológicas, hablo también de enfoques, prioridades… Y debo añadir que el interés que yo personalmente puse en aprender, lo vi en muchos docentes tanto de escuelas públicas como de privadas y subvencionadas.

2.- Educación a distancia no es igual que presencial. Parece una tontería, pero muchos docentes tuvieron que entender en la práctica que no se trataba de calcar lo que antes se hacía con los estudiantes al frente ahora hacerlo con un micrófono o con un teléfono inteligente. El producto para el estudiante tiene que estar suficientemente claro para que no requiera que su mamá se convierta en maestra, para lo cual no está preparada. Tampoco se trataba de “imponer” 5 horas de trabajo remoto al chico. ¿No se cometieron estos errores? Añadamos aquí el tema de las tareas. No por muchas más tareas se aprende más. Y no se buscaba que los chamos odiaran las tareas sino que fuera algo divertido o interesante. Agrego en este apartado la importancia de trabajar más por competencias que por contenidos, todavía es más importante a distancia. Se requieren pues herramientas para educar a distancia, y los docentes no las tenían.

3.- Educación a distancia no es solo la que necesita internet, esa, la online, es solo una modalidad, pero educación a distancia existe desde el siglo XIX, pues por correspondencia se ha trabajado en educación de adultos desde entonces. Luego en el siglo XX, con la radio y la televisión, se enriqueció. En Fe y Alegría, por ejemplo, desde que se creó el IRFA –Instituto Radiofónico Fe y Alegría– para adultos, hace más de 3 décadas, se ha dado clases por radio, con reuniones semanales con los estudiantes. Luego, a partir de la década de los 80, cuando el internet se fue masificando, a la educación a distancia se incorporó esa herramienta, sobre todo en educación superior. Así que por “papelitos”, por papelógrafos en bodegas y puertas de los planteles, por grupos de WhatsApp, televisión, radio, megáfonos… mientras no exista el ámbito físico para el proceso de enseñanza aprendizaje, todo eso es Educación a distancia (ED).

4.- La educación emocional, el acompañamiento psicoafectivo, es súper importante. No se trata de una relación impersonal. Los estudiantes, de la edad que sean, pero más si son niños o niñas, necesitan sentirse importantes para sus maestros. Muchos maestros se dieron cuenta que antes de preguntar por las tareas, era conveniente preguntar cómo se sentían… sólo esa pregunta cambiaba el tono de la “clase”. Y eso resultó válido también para la relación con las madres y la relación entre Directivo y el personal. El lazo afectivo, necesario en educación. Añadimos aquí la importancia del acompañamiento tanto para los padres como para los docentes.

5.- Todos nos necesitamos. Esto fue un aprendizaje en doble dirección: los padres revalorizaron el rol del educador –y de la escuela como institución– y los educadores revalorizaron el rol de la familia. ¿Cómo se podía garantizar la atención del chico si los padres no garantizaban una rutina en casa?

Cuidar y cuidarnos

6.- No se necesitaban zapatos, no es un chiste. Una directora me dijo que antes de la cuarentena estaban faltando muchos alumnos por el tema de los uniformes y los zapatos. A distancia, no eran necesarios ni unos ni otros y ello amplió la participación en su escuela. “Casi todos los niños se incorporaron al trabajo a distancia. Claro. No importaba que no tuvieran zapatos”. ¿Qué tal?

7.- Monitoreo indispensable. Dado que se estaba ensayando, ir monitoreando lo que se hacía, qué funcionaba, a cuántos se llegaba por radio, a cuántos por WhatsApp, a cuántos con guías… cómo llegar a más… los datos, los registros, la sinceridad y la humildad, todo ello se volvió muy importante.

8.- La escuela reduce desigualdades. Eso ya lo sabíamos, pero en esta cuarentena se vio más claro. Un alumno puede no tener en su casa un lugar para hacer sus tareas, pero en la escuela tiene un pupitre, una maestra que le ayuda, los más vulnerables, los más pobres ven esas desigualdades reducidas.

9.- Las brechas tecnológicas, el problema de la electricidad, se pusieron en evidencia en esta cuarentena. Sin equipos, para muchos, sin electricidad para miles y miles, no valía ninguna modalidad a distancia. Y ello no dependía de los docentes. Ambos problemas incrementaron la brecha entre atendidos y excluidos.

10.- Educación presencial o educación a distancia, sin maestros no hay escuela. Sin docentes, aunque no estuvieran 100% preparados para el reto, no hubiera sido posible llegar a ningún estudiante. Por eso la insistencia en recordar que el educando merece educación de calidad, artículo 103 de la CRBV, y el maestro requiere un salario que le permita vivir con dignidad, artículo 91 de la CRBV.

Todo esto en medio de la importancia de prevenir los contagios. Cuidar y cuidarnos, como algo transversal.

Me encantaría seguir recuperando aprendizajes, pero espero que al menos estos sirvan para enmendar errores para este año escolar.

*Luisa Pernalete, miembro del Centro de Formación e Investigación de Fe y Alegria Venezuela, organización hermana de Entreculturas.