Tribuna

Ayudemos a que en Ucrania no se apague la llama de la bondad

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La ayuda de los Misioneros Claretianos de Polonia a Ucrania ha sido continua desde el comienzo de la guerra. Ya el 28 de febrero nos pusimos en contacto con nuestra comunidad de Truskavets (Ucrania) y recogimos fondos y alimentos para preparar la ayuda necesaria lo antes posible. Miles de refugiados de Ucrania han llegado a muchas ciudades de Polonia, huyendo del ataque ruso. Compramos productos básicos para muchas familias ucranianas en éxodo. Posteriormente, gracias a muchos donantes de Polonia y del extranjero, comenzamos a organizar la ayuda para los residentes que permanecían en Ucrania. En total, organizamos 15 viajes de ayuda humanitaria al este y al oeste de Ucrania.



Como máximo responsable de la Provincia Claretiana de Polonia, fui a Ucrania por la necesidad de mi corazón y con la conciencia de que allí hay gente necesitada. No pensé en los posibles riesgos. Cuando fui a Boryslav, donde la congregación tiene una parroquia, conocí a Yura, un bautista que lleva varios meses trabajando con nuestra comunidad. Viaja al frente cada semana y lleva regalos a los soldados y civiles de las ciudades liberadas. Cuando decidí ir al frente con él, me preguntó si sabía lo que era la guerra. Le contesté que en teoría lo sabía, pero que nunca había experimentado algo así. Entonces me dijo que tal vez no volveríamos de este viaje. Sin embargo, confirmé que, si había necesidad, iría.

Ataques masivos con misiles

Salimos al día siguiente a las cinco de la mañana. Estaba claro que íbamos a ir con nuestro autobús por donde pudiéramos, porque entonces empezaron los ataques masivos con misiles contra las ciudades ucranianas. Tuvimos que cambiar los planes por razones de seguridad. Los soldados nos decían dónde podíamos ir a distribuir los regalos que habíamos traído. Conseguimos llegar a varias ciudades pequeñas en los alrededores de una ciudad que había sido liberada de la ocupación rusa apenas una semana antes. Teníamos que andar con chalecos antibalas por razones de seguridad.

Los militares que operan en estas zonas conocen a la población e intentan ayudarla en lo posible y levantarle el ánimo. La ternura, la cordialidad y la compasión de los soldados ucranianos hacia la población civil fueron increíbles. Cuando nos despedimos, les preguntamos a los soldados qué debíamos llevarles y nos contestaron: “No necesitamos nada. Trae algo para los niños, sobre todo gorros, bufandas y chaquetas, porque se acerca el invierno”. Fue emocionante. Incluso allí, en esas condiciones extremas de guerra, es posible preocuparse por la dignidad humana y ser bueno, y esa bondad prevalece.

Solidaridad vecinal

Lo que se necesita en Ucrania es lo que les ayudará a sobrevivir al invierno. Además de la ropa de abrigo, serán útiles las mantas y los sacos de dormir, así como los alimentos de larga duración. De hecho, aquí falta de todo. Recuerdo que, en Polonia, los pobres preguntan qué van a comer. Aquí, nadie lo pregunta. Cada uno toma lo que le toca sin hacer muecas. Repartimos paquetes de comida y la gente estaba muy agradecida. A pesar de la difícil situación, la solidaridad vecinal es evidente entre ellos. Nadie hacía acopio porque sabía que había otros necesitados al lado.

Comparto todo esto para mostrar que la ayuda a Ucrania sigue siendo muy necesaria y mi sueño es que esta no se detenga. Por lo tanto, agradezco todo lo que se ha hecho hasta ahora y animo a quien pueda a que se una para ayudar juntos.

El Señor está ahí

Salí de Ucrania con mucha paz en mi corazón y con el conocimiento de que el Señor está ahí y actúa a través del amor que viene y se manifiesta en las diversas tinieblas. En Navidad recordamos y celebramos la visita de Dios a la tierra. Podría decirse que el mundo entero es como Ucrania, sumido en conflictos, luchando y sufriendo. Así que Dios envió el mayor regalo, su Hijo, para amar y sanar la situación. Además de la ayuda material, Ucrania, como todos nosotros, necesita corazones, cuidados, oraciones, abrazos, aceptación, para no perder la esperanza de que la colaboración de los pueblos y las naciones pueda prevalecer. Esto es lo que yo también deseo para vosotros: cercanía, confianza y paz.

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