La Iglesia es mujer

SomosCONFER nº 19. Marzo 2020

Francisco es el primer Papa que ha denunciado el patriarcado eclesial, advirtiendo de la diferencia entre el servicio de las consagradas y la servidumbre. Al mismo tiempo, el Sucesor de Pedro ha alertado del peligro de que el feminismo se convierta en un “machismo con faldas”. El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, una cita con la que el Pueblo de Dios busca la equiparación de derechos entre hombres y mujeres. Despojando estas reivindicaciones de toda mirada ideológica, esta batalla compete a toda la sociedad, incluida la Iglesia.

Este mismo mes, el 28 de marzo de 1515, nacía en Ávila santa Teresa de Jesús, una religiosa cuya figura sigue inspirando el momento presente. Ella supo defender la libertad de espíritu femenino en la Iglesia y en la sociedad de su tiempo. Su empuje, inteligencia, activismo, denuncia y compromiso son valores vigentes que trascienden la familia carmelitana. Santa Teresa se presenta como esa consagrada que no tuvo miedo de dar un paso al frente ante la novedad que siempre trae el Evangelio de Jesús.

Sobradamente capacitadas

Las mujeres, y las religiosas, están sobradamente capacitadas para reflexionar sobre temas que van más allá de cuál es su papel en la Iglesia y en la sociedad. Junto a su servicio en lo oculto, muchas son líderes en materia pastoral, teológica o canónica. Pero también en trabajos menos visibilizados, como es el caso de las dos ecónomas que participan en el reportaje de este número de SomosCONFER –Inma Naranjo, de la Compañía de María, y Marian Murcia, de la Sagrada Familia de Burdeos–, cuya formación y desempeño profesional las sitúan como referentes en la administración de las Congregaciones.

Esto son solo algunos ejemplos de las múltiples labores desempeñadas por las religiosas, que no solo se desgastan en los cuidados de los últimos. Este número busca visibilizar a todas ellas, sin cuyo trabajo no tendríamos una Iglesia samaritana y experta en caridad. Por ello, más que hablar sobre qué mujer para esta Iglesia, son ellas quienes protagonizan todas las páginas, ya sea porque son las entrevistadas, las que dan vida a los reportajes o porque quienes redactan son mujeres comprometidas que iluminan el caminar de la Iglesia desde la fuerza transformadora del Salvador.

Protagonistas de la película

Volver la vista a cualquier pasillo de un hospital, a cualquier aula o a cualquier parroquia nos hará caer en el papel decisivo de la mujer a la hora de hacer presente el Reino de Dios. Negar o ignorar su valor hace más pequeña a la Iglesia, que como madre y maestra, nos enseña a tratar a la Vida Consagrada femenina como personajes protagonistas en la película de nuestra Iglesia, pese a que las consagradas nunca han buscado protagonismo, pues la humildad y su sentido comunitario empapa su vocación.

Ellas son mayoría en la acción y en la contemplación. Un ejército de mujeres, que, al estilo de Teresa de Jesús, decidieron profesar para ser mujeres libres. Ellas son en quienes los jóvenes encuentran siempre la sonrisa cómplice, los migrantes la mano amiga y las mujeres la compañera fiel.

Logran renacer la esperanza

No es cuestión baladí que solo las mujeres permanecieran al lado de la cruz y fueran las primeras en ver al Resucitado. Ellas, desde una entrega y fidelidad sin condiciones, aguardaban allí. Es la primera escena del relato que anuncia la Resurrección. Y un momento que se asemeja al servicio de las religiosas, quienes logran siempre hacer renacer la esperanza, aún cuando todo parece perdido, como a los pies del sepulcro.

La comunidad cristiana se ensanchará en el momento en el que haya una conciencia firme de que la Iglesia o es mujer, o no será. Los cristianos no podemos olvidar que aquel “sí” de María implica no escorar la sensibilidad e intuición de la mujer si queremos ser una comunidad más humana y, por tanto, más de Dios. Y es que cuesta reconocer a la Iglesia como madre si la voz de ellas permanece en lo oculto. Porque ellas cuentan. Y mucho.

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