Pliego
Portadilla del Pliego nº 3.107
Nº 3.107

Adviento 2018: Andando por caminos azarosos

No resulta difícil detectar entre los cristianos de base la sensación de que estamos abrumados. Cada día los periódicos nos sacuden con un terremoto que afecta a personas y situaciones muy sensibles de la comunidad cristiana. A la mañana siguiente, una nueva sacudida. No es fácil vivir “como si no”, porque, al pasar la página, tienes un nuevo episodio que te deja perplejo.

Va a ser verdad aquello que dicen algunos que la historia de la Iglesia es la historia de sus múltiples naufragios. Pero, ya desde el principio, queremos apelar a la esperanza, y viene a la memoria aquel dicho, harto citado, que se atribuye a Séneca: “El buen piloto, aun con la vela rota y desarmado y todo, repara las reliquias de su nave para seguir su ruta”.

Gran gesto de resistencia es recoger los despojos para seguir adelante. Pero hay que preguntarse hacia dónde. O, al menos, hay que hacerse a la idea de que es hora de caminos azarosos, de que estamos en medio del temporal, envueltos en la niebla, y que es preciso mantener la fe en que, tras ella, el sol brilla con todo su esplendor.

Por eso nos preguntamos si el Adviento, tiempo de ahondamiento, no podría ser entendido como un manual para andar en tiempo de caminos azarosos, para recorrer sin parálisis, sin amargura, sin excusas, sin engaños, el tiempo tumultuoso en el que estamos envueltos. A ver si va a resultar que, como dice la física cuántica, el caos es una fuerza que se autoorganiza, que hay sendas ocultas bajo los nubarrones más oscuros.

Así lo dice Job 12, 7a: “Pregunta a las bestias y te instruirán”. Algo nuevo está surgiendo en la conciencia ciudadana: los animales nos pueden enseñar. Con “descaro”, hay muchos que confiesan que su perro o su gato tienen “derechos animales” y que no ven por qué no puede, por ejemplo, bañarse en la misma playa que los humanos, si resulta que son de la familia. O hay personas, el mismo papa Francisco entre ellos, que citan al Catecismo en aquel pasaje: “Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas”. Contrario a la dignidad humana, algo sorprendente. Por eso vemos plantados a los “animalistas” en las puertas de las plazas de toros. Y tienen todas las de ganar. Si no, al tiempo.

Pues bien, resulta que la ONU, a petición de Bolivia, declaró este 2018 “Año de los camélidos” por la contribución y servicio de estos animales a amplias comunidades de países en vías de desarrollo. El lector común comenzará preguntándose: ¿quiénes son los camélidos? Son animales que andan por la tierra desde hace más de medio millón de años, o sea, muchísimos más que los humanos. Tienen, por longevidad, muchos derechos adquiridos. Hoy han quedado reducidos a cinco especies: los camellos (dos jorobas), los dromedarios (una joroba), las llamas, las vicuñas y los guanacos. Son varios millones de ejemplares y están presentes en noventa países del mundo.

¿Y por qué los traemos a colación en esta reflexión sobre el Adviento? Porque lo que nos enseñan estos animales puede sernos de mucha utilidad para andar nuestros azarosos caminos actuales.


Índice del Pliego

I. APRENDAMOS DE LOS ANIMALES

II. SALMOS PARA UN CAMINO AZAROSO

  • El Salmo 120 hablaba de estar “guardados” por Dios.
  • El Salmo 121 era un manual para encontrar la paz perdida.
  • El Salmo 122 era el salmo de la gran esperanza.
  • El Salmo 123 quería saber de qué lado está Dios.
  • El Salmo 124 aspiraba a crear una mentalidad integradora.
  • El Salmo 125 contenía el gran anhelo de un cambio posible.
  • El Salmo 126 nos hacía soñar con una vida fecunda.
  • El Salmo 127 nos sacaba de la religión del temor.
  • El Salmo 128 pretendía cantar el triunfo del bien.
  • El Salmo 129 quería liberar de las garras de la culpa.
  • El Salmo 130 intentaba reorientar los deseos.
  • El Salmo 131 preguntaba por Dios cuando las cosas van mal.
  • El Salmo 132 cantaba el amor misterioso.
  • El Salmo 133 invitaba a la oración que va tras la justicia.
  • El Salmo 134 anhelaba el rostro del Dios de todos.

III. NUESTROS AZAROSOS CAMINOS DE HOY

  • La pederastia en los sacerdotes
  • Oposición al Papa
  • Sequía vocacional
  • Apostasía creciente
  • Sequía profética
  • Desafección
  • La mujer

IV. VALORES PARA ITINERANTES DE LOS CAMINOS AZAROSOS

  • Humildad esencial
  • Resistencia pacífica
  • Resiliencia vigorosa
  • Control del tigre que llevamos dentro

CONCLUSIÓN

Lea más: