Editorial

Sudar la camiseta eclesial

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Jorge Mario Bergoglio cumple cinco años de Pontificado. Y lo hace sin visos de cansancio, más allá del comprensible agotamiento físico. La salud espiritual y la impronta emprendedora de Francisco parecen intactas, a juzgar por el tono enérgico de cada una de sus intervenciones, así como por el goteo constante de medidas adoptadas para poner a todo el orbe católico en clave de Iglesia en salida.

Así lo perciben quienes han participado en el estudio de opinión pública realizado por NC Report para Vida Nueva, en el que los españoles respaldan la gestión del actual Papa con un 7,1 sobre 10, aplaudiendo especialmente su lucha contra los abusos sexuales, así como su defensa de los pobres, migrantes y refugiados.  Además, perciben la valentía, inteligencia y cercanía como los valores definitorios del Papa. En este sentido, resulta significativo que ocho de cada diez jóvenes quieran ir de cañas con el sucesor de Pedro, reflejo de la especial sintonía con los millennials.

Si bien es cierto que no tiene sentido evaluar la figura de Francisco desde parámetros políticos como si de una legislatura se tratara, lo cierto es que un lustro de pontificado sí permite valorar un liderazgo global que ha afrontado los problemas de una humanidad herida, donde la Iglesia se juega a corto plazo su credibilidad, que ha combinado con una propuesta a largo plazo, que pasa por aterrizar el Vaticano II y por volver al Evangelio, a Jesús. El propio Bergoglio es consciente de que esta conversión integral hacia una Iglesia madre de misericordia, menos clerical, más sinodal y centrada en la periferia, no se culmina en un pontificado. Con ‘Evangelii gaudium’, ‘Amoris laetitita’ y ‘Laudato si’’, sabe que ha abierto procesos que no culminarán con él, pero sí abre una senda a todas luces irreversible.



A la espera de que una nueva constitución que actualice Pastor Bonus dé el vuelco esperado en la Curia, lo cierto es que el Papa se ha atrevido en este tiempo a levantar alfombras sin pestañear y sacudir las vergüenzas de la comunidad eclesial.

Francisco está sudando la camiseta. Nadie lo puede negar. Pero de poco sirve que el Entrenador desde lo Alto o el delantero en el Vaticano lo den todo en cada partido si no hay un respaldo activo del equipo y de la afición. El Papa ha manifestado que no solo es consciente de las resistencias, sino que las considera necesarias dentro de una dinámica dialéctica de reforma.

Cinco años después del “fichaje” del primer Papa latinoamericano de la historia, a la vista está que cuenta con un apoyo incontestable de la opinión pública. Pero, ¿y el equipo de la Iglesia? ¿De qué lado está? ¿Está sudando la camiseta como lo hace el sucesor de Pedro? Es la particular encuesta a responder por cada cardenal, cada obispo, cada consagrado, cada laico.

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