Editorial

Misioneros ligeros de equipaje y peaje

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El mensaje publicado por el Papa a las Obras Misionales Pontificias se presenta más bien como una hoja de ruta sobre cómo ha de ser la misión ad gentes de la Iglesia en los próximos años. Francisco lanza unas más que pertinentes indicaciones concretas para que estas estructuras eclesiales estén al servicio del anuncio del Evangelio, y evitar así que se queden atrapadas o se vean relegadas por los episcopados en oficinas recaudatorias o en meras distribuidoras de fondos, unas “insidias y patologías” autorreferenciales extensibles también otros organismos curiales.



Este aterrizaje en lo concreto trasluce, una vez más, esa dinámica que busca promover a través de procesos de cambio una Iglesia en salida, libre de proselitismo y ligera de equipaje y peaje, que sepa vibrar y hacer vibrar al otro de la mano del Resucitado.

Solo así el misionero –y, por tanto, todo cristiano– será capaz de moverse por los cinco continentes desde el atractivo, la gratuidad, la humildad, la capacidad facilitadora, la cercanía, el sensus fidei y la predilección por los últimos que desea el Papa. Unos dones que nacen y se potencian desde la frescura y libertad del Espíritu Santo, el primer misionero.

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