Editorial

Liderar la lucha contra los abusos

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Se cumple un año de la publicación del motu proprio de Francisco que refuerza el compromiso en la protección de menores y adultos vulnerables frente a los abusos sexuales. ‘Como una madre amorosa’ marca un hito en esta cruzada, que sitúa a la Iglesia por delante de cualquier otra institución, un legado incuestionable de Benedicto XVI.

La máxima de la tolerancia cero ha calado. Se está haciendo mucho y bueno, especialmente en materia de prevención, pero esto no quita que haya flecos que puedan ensombrecer este encomiable trabajo. Así lo recoge el A fondo elaborado por Vida Nueva en el aniversario del texto papal.



Quienes trabajan en lo cotidiano en este asunto en nuestro país valoran el salto dado en la última década en la mayoría de diócesis e instituciones religiosas, pero alertan de la falta de recursos y de voluntad para gestionar los casos con más garantías y profesionalidad. Nunca serán suficientes los esfuerzos frente a la voracidad de los acosadores, pero sí se pueden reducir al máximo los riesgos, para que no haya pozo alguno en el que se pierdan víctimas y verdugos.

La Iglesia no puede ser refugio de los abusadores ni de quienes mantienen un silencio cómplice. Afortunadamente ya no se justifica al victimario, pero sí se ha de fortalecer el acompañamiento a las víctimas.

El abuso es un delito y, como tal, debe ser puesto en conocimiento de la justicia civil, al margen de cualquier resolución canónica, tal y como promovió el papa Ratzinger. Hay quien sigue considerando que los casos han de resolverse de puertas para adentro, por el temor a un escándalo mediático, al efecto contagio, por un errado corporativismo o por el miedo a caer en la cultura de la sospecha y la pérdida de la presunción de inocencia de todo agente pastoral. El verdadero escándalo es el abuso.

Como bien ha explicado el presidente del Episcopado, Ricardo Blázquez, una cosa es la necesaria discreción y otra el secretismo, que solo favorece al agresor. Tras reconocer que no siempre se ha actuado “debidamente”, ha reiterado su compromiso de reforzar el trabajo hasta en las catequesis. Vida Nueva también ha confirmado de que la Iglesia española tiene previsto fijar el 20 de noviembre como Jornada de Oración por las Víctimas.

Todo es bienvenido, sabiendo que los casos registrados en la Iglesia porcentualmente son significativamente menores que en otros sectores, pero lamentablemente su eco es mayor. Pero aunque solo se diera un episodio, sería suficiente para contar con el actual protocolo. La comunidad católica está llamada no solo a la ejemplaridad, sino a liderar la guerra contra la pederastia con diligencia y transparencia, sin escatimar medios. Así se materializa la tolerancia cero.

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