Editorial

Doctrina de la Fe en salida

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Doctrina de la Fe cambia de rostro. Después de los cinco años preceptivos, el cardenal Gerhard Müller deja su servicio como prefecto y le releva el jesuita Luis Francisco Ladaria, conocedor del engranaje de la casa, pues tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI le han avalado, sumándole responsabilidades en esta materia.

No cabe esperar un volantazo doctrinal. Los giros bruscos no forman parte de la impronta de Ladaria, en el que siempre ha primado la prudencia y delicadeza. Es ahí donde el español puede aportar luz y sosiego a la congregación, después del período convulso de Müller.

La colegialidad que predica Francisco en este tiempo de reforma implica capacidad de escucha y, por tanto, de apertura para acoger propuestas, inquietudes y críticas. Sin embargo, esta metodología de trabajo en equipo exige por parte de quienes lo asumen una fidelidad creativa desde debate de ideas y el respeto mutuo ante las divergencias. Desde estas premisas, cuesta comprender que un prefecto cuestione públicamente una exhortación apostólica, sospeche de la autoridad papal y ponga resistencias en la lucha contra los abusos.



Una Iglesia en permanente estado de conversión de Francisco es vista todavía por algunos como una especie de relativismo traicionero. Son aquellos que se aferran a la doctrina como una tabla de salvación o un fortín en el que atrincherarse frente al contagio de una sociedad a la deriva. Nada más lejos de la realidad. Renovar no implica traicionar el credo, pero sí despojarle de toda arista farisaica para volver a un Evangelio encarnado en el mundo de hoy. La Iglesia ha de ser maestra y madre que educa en una pastoral de máximos desde una ternura filial, no una figura inquisitorial que dicta un magisterio inaccesible.

Así, contemplar con ojos de confianza a la mujer y al hombre de nuestro tiempo requiere que Doctrina de la Fe, en términos bergoglianos, sepa “comprender, consolar, integrar, evitando imponer una serie de normas como si fueran una roca”. Es ahí donde el pensamiento teológico de Ladaria puede aportar esa mirada esperanzadora en la humanidad que subyace en su tesis sobre el pecado original y la gracia.

Este matiz puede resultar vital para llevar el timón en la poco grata tarea de custodiar los principios de nuestra fe sin que se vea como un arma de condena y exclusión, sino instrumento para encaminar posibles disensiones hacia la comunión.

En un tiempo en que el miedo levanta muros, el dicasterio está llamado a construir puentes con los teólogos, con los cristianos de a pie y con esos alejados por los que Francisco pide rezar durante este mes. No en vano, Doctrina de la Fe también está llamada a ser Iglesia en salida.


SOLO PARA SUSCRIPTORES

  • Crónica: Golpe de timón en Doctrina de la Fe. Por Antonio Pelayo
  • Opinión: Una institución vaticana necesitada de reforma. Por Marciano Vidal, C. Ss. R, teólogo moralista [leer]
  • Opinión: Discreción y continuidad. Por Gabino Uríbarri Bilbao, SJ, Universidad Pontificia Comillas y Comisión Teológica Internacional
  • Opinión: Pastor como maestro. Por Gaspar Hernández Peludo, Facultad de Teología de la UPSA
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