José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Una fe insípida


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MIÉRCOLES 12. Espacio Encuentro. Cerca del Retiro. Creado por la editorial de Comunión y Liberación. Para la reflexión. Para ser foro de pensamiento. Alguien lanza una caña. “Quien lea, se va a diferenciar cada vez más del que no lea”. Sea en papel o en e-book. No le falta razón. Máxime cuando la alternativa al libro no es la tableta, sino el no uso. La no lectura de la realidad.

JUEVES 13. Encuentro con un grupo de jóvenes de la JOC y la JEC. No viven en la clandestinidad. Ni se les arrastra a ella. Tampoco en la sospecha. Cambio de registro. No solo se sienten libres para expresar, sino que sienten reciprocidad en el que se sienta junto a ellos. Porque ha dejado de situarse enfrente para caminar delante, al lado y detrás. Pastores que reconocen a sus ovejas. Porque han optado por conocerlas. Por su nombre. Tal y como son.

VIERNES 14. Confesiones ante una tortilla. A veces pienso que es la receta la que propicia la complicidad. Aunque cada vez estoy más seguro de que es la compañía la que lleva a propiciar la mezcla de huevo y patatas frente al surimi. Al rato del encuentro en una mesa de la amistad, leo el especial Donne Chiesa Mondo sobre el gusto y vuelvo a rumiar mi almuerzo con sabor religioso. Y veo que falta sal. Gorda o fina, según el comensal. Una fe que entra por el paladar, que celebra su comunión con pan y vino, pero que caemos en servirla ora insípida, como si nuestra espiritualidad estuviera a dieta. Y así, no te comes ni un rosco.

SÁBADO 15. Catedral de Ávila. La vida se paraliza de un segundo para otro. La liturgia se detiene cuando el corazón se frena. El silencio. Intentos de devolver el aliento. Miradas atónitas. Opciones. Ser espectador. Ser orante. Ser.

LUNES 17. Mudanza en la casa de Vida Nueva. Cambio de planta. Giro de escritorio. Otro ventanal. A un incondicional del Feng Shui le hubiese dado un parraque. Crear la adecuada armonía, claro está, está en manos del espacio habitado. Pero, sobre todo, del que lo habita. No es una máxima oriental. Es de Perogrullo, que, dicho sea de paso, era palentino.

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