José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

La desescalada, Pascua al fin y al cabo


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JUEVES. Comunión en la boca o en la mano. Ruleta rusa.

SÁBADO. Echo a correr. Literalmente. Con el amanecer asomando. Nada más terminar la misa de Santa Marta. Comienza la desescalada. O la escalada. Apenas llevo cinco minutos pisando asfalto, con el polígono tal y como lo dejé hace un par de meses. No me sabe a nuevo. Pero sí a renovado. Nada de lo anterior fue en vano. Salvo que uno se aferre a lo antiguo, incapaz de asimilar lo que llega. Pascua, al fin y al cabo.



DOMINGO. Misa en Telemadrid. Los ojos se me van a una pequeña ventana. Intérprete de lenguaje de signos. Intuyo lo que dice porque escucho al cardenal Osoro. Casi al unísono. Me pierdo en el fondo, porque me engancha la forma. La alegría pascual cada vez que traduce un “aleluya”. La ternura de sus gestos cuando se hace referencia al Buen Pastor. Su entusiasmo cuando el organista de La Almudena toca el primer acorde. Contagia vida sin emitir sonido alguno. El testimonio del gesto. Evangelizar con la actitud.

LUNES. Pastillazo de Polaramine. Una alergia inesperada. Erupción cutánea. Se va igual que vino. El cuerpo avisa. Al menos el mío. Aguanta todo lo que le sobreviene a la cabeza y el corazón durante la prueba. Eso sí, después necesita expresar su llantina. Y lo hace con ganas. Escucharse para escuchar. Cuidarse para cuidar.

MIÉRCOLES. Alguna diócesis española ya ha decidido poner todos los recursos económicos necesarios, cueste lo que cueste, para que todos sus curas tengan su test anticoronavirus. Medida de prevención, seguro. Pero, ¿de primera necesidad? ¿Prioritario teniendo en cuenta que no tienen acceso los sanitarios y tampoco hay acceso universal a las mascarillas?

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