José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Hay que mirar a los ojos al pobre


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MIÉRCOLES 19. Sacramento de la Confirmación. Doce jóvenes de Bachillerato. “Jesús empezó con doce…”. Pero se nos olvida. Por eso me cuesta esa rebaja en la edad para confirmarse, arrimándola lo más posible a la primera comunión. Dos años más para toparse con lo más parecido a un “sí” que se da en una preadolescencia poco madura. Me resisto a pensar que hay razones estadísticas y que se trata de un itinerario pastoral. Sin embargo, los preadolescentes confirmados se dejan ver con la misma frecuencia que los jóvenes de anteayer. Más vale doce.

SÁBADO 22. ¡Y un jamón! Literal. A echar una mano hay que ir con la convicción de volver con las manos vacías. Nunca es así. Se vuelve con mucho más. Sobre todo cuando se pisa el colegio La Asunción de Vallecas. Barbacoa solidaria de la ong Construyendo Futuro. India, África y Centroamérica. Ser solidario tiene premio.

DOMINGO 23. Catedral. Corpus Christi. Homilía. “El Señor no nos invita a darle de comer, nos manda darle de comer. La caridad no es un añadido ni un epílogo de la realidad cristiana”. Rapapolvos para el católico de salón y aire acondicionado espiritual. “En una sociedad virtual como la nuestra, tenemos la tentación de ver a los pobres en la pantalla, sentados en el sofá. Al pobre hay que ir a tocarle, hay que ir a mirarle a los ojos. Porque la mayor falta de caridad está en el desprecio”. Ahora vas y comulgas. Desde el sillón.

LUNES 23.Uno no sabe ya cuál es el comité de sabios purpurados y enrojecidos que busca aguar la fiesta de la primavera eclesial. Por un lado, está la asociación de señores con capisayo venido a menos con el cartucho agotado de Viganò, pero con el fuelle de otros tantos eméritos a los que se les escapó el cónclave. Por otro, el club de los italianos que buscan que todos y cada uno de los sillones posibles se queden en la República, no sea que, por internacionalizarse, se destapen las vergüenzas patrias encalladas en los adoquines vaticanos. Y el jefe, sin carné. Ni del club, ni de la asociación.

MARTES 24. Ramo de flores junto al féretro. Uno entre tantas coronas que no permiten ver la pared. Signo de cariño. Y de mucho más. Porque ese ramo rompe con la solemnidad de las condolencias. “Amiguetes”. Es la firma de quienes sienten la ausencia de uno de los suyos. Porque la amistad no entiende de protocolos lingüísticos. Y hace bien.

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