Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Habrá Navidad en Irak este año?


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La guerra

Una de las noticias del pasado sábado, 9 de diciembre, fue el anuncio del primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, de que la guerra contra el autodenominado Estado Islámico había llegado a su fin. El control por parte del ejército de toda la frontera del país con Siria –especialmente en las provincias occidentales de Nínive y Al Anbar– supone, para el dirigente, que el grupo terrorista yihadista ya está derrotado en el país.

Esta buena noticia, celebrada por la diplomacia occidental, pone fin a la ofensiva iniciada en el verano de 2014 por los terroristas, que llegaron a controlar Mosul, la segunda ciudad del país. Esta incursión de los yihadistas ha provocado, en este tiempo, seis millones de refugiados.

Fosas comunes, ataques bomba, ofensivas y contraofensivas se han sucedido en estos años… en un país que aún no se había recuperado de las últimas guerras que ha vivido no hace mucho.

La llanura

Mosul es la ciudad actual que se levanta sobre la bíblica Nínive. El río Tigris atraviesa la ciudad que ha tenido que despedirse de muchas de las reliquias históricas que recuerdan su pasado. Pero esto no es todo, ya que la conexión bíblica, se mostraba en el crisol cultural que convivía en la histórica ciudad. Hasta la llegada del Estado Islámico, en ella convivían los musulmanes sunitas, con una destacada comunidad –aunque en minoría– de cristianos asirios, raza mayoritaria en el norte del país, que entroncan directamente casi con el periodo apostólico. En Mosul había una comunidad de católicos caldeos, católicos de la Iglesia siria y también miembros de la Iglesia ortodoxa siria. Dentro de los cristianos árabes había comunidades de la Iglesia ortodoxa griega, la Iglesia latina, la Iglesia católica caldea y la Iglesia ortodoxa siria.

Sin embargo, la guerra se ha cebado con especial dureza con la población cristiana. Muchos han tenido que huir, otros intentan volver a la ciudad, “que hacían falta tres días para recorrerla”, a la que fue enviado el profeta Jonás.

Pero ahora, nuevos descubrimientos petrolíferos y el aumento de las tensiones de los iraquíes con los kurdos –partidarios de la independencia y que han realizado un polémico referéndum el pasado septiembre– no garantizan la estabilidad de los cristianos que han vuelto y que ya han comenzado a sufrir algunas agresiones.

La llanura de Nínive ha sido la casa de muchos cristianos durante siglos, una presencia ininterrumpida que ahora puede ser arrasada del todo y las celebraciones como la Navidad borradas del mapa del paraíso bíblico. Parece que ni habrá Navidad de la de escaparates y luces de colores, pero pronto tampoco habrá de la verdad.

El recuerdo

El papa Francisco, tras la bendición ‘Urbi et orbi’ de Navidad y Pascua, no realiza las felicitaciones de las fiestas en un sinfín de saludos, como estábamos acostumbrados, en diferentes idiomas. En su lugar, hace una sencilla felicitación en italiano papal.

Sin embargo, esta ausencia de la lista de idiomas no implica que quienes siguen el mensaje no sientan menciones concretas y personalizadas que se vayan más allá de los muros vaticanos. En su lugar, Francisco, en el contenido de su intervención previa, hace una completa enumeración de algunas situaciones problemáticas del mundo que, sin duda, necesitan el mensaje salvador de Jesús.

En este sentido, Irak no ha faltado al recuerdo del papa Francisco. En la última Pascua pedía que “en estos tiempos el Señor sostenga en modo particular los esfuerzos de cuantos trabajan activamente para llevar alivio y consuelo a la población civil de Siria, la amada y martirizada Siria, víctima de una guerra que no cesa de sembrar horror y muerte. El vil ataque de ayer a los prófugos que huían ha provocado numerosos muertos y heridos. Que conceda la paz a todo el Oriente Medio, especialmente a Tierra Santa, como también a Irak y a Yemen”.

Unos meses atrás, hace ahora un año, el recuerdo a estos pueblos orientales también era una constante: “Paz para las mujeres y para los hombres de la amada Tierra Santa, elegida y predilecta por Dios. Que los israelíes y los palestinos tengan la valentía y la determinación de escribir una nueva página de la historia, en la que el odio y la venganza cedan el lugar a la voluntad de construir conjuntamente un futuro de recíproca comprensión y armonía. Que puedan recobrar unidad y concordia Irak, Libia, Yemen, donde las poblaciones sufren la guerra y brutales acciones terroristas”.

Estas peticiones del Papa siguen siendo un deseo de futuro, aunque parezca que la guerra –o una de las guerras– de Irak haya terminado.