Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Encontrará el piso que busca el cardenal Burke en Roma?


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El alquiler

Parece que ya se ha revelado la comunicación oficial de la suspensión del sueldo por parte del Vaticano y el final de alquiler a coste 0 de la vivienda que ocupaba el cardenal estadounidense Raymond Leo Burke. La falta de fidelidad a su juramento como cardenal le ha atrapado en un futuro que pasa por su refugio estadounidense y un piso que se pague con dinero de su bolsillo y no desde las maltrechas finanzas vaticanas a un profeta alejado de la comunión eclesial.



El digital Open publicaba esta semana, tras días de filtraciones interesadas, que el cardenal habría recibido dos notificaciones en su dirección postal de Roma mientras se encontraba en una larga estancia en Estados Unidos. Una comunicación era referente a su estipendio y otra sobre la administración del patrimonio del Vaticano y ambas tendrían como fecha de ejecución el 1 de diciembre. En el caso del apartamento, se le ofrece al purpurado que continúe en él si así lo desea pagando el alquiler que, a precio de mercado, en la zona en la que está a pocos pasos de la Plaza de San Pedro, sería de unos 10.000 euros mensuales según el portal italiano.

Por su parte, Francisco se encargó de confirmar las medidas. Lo ha hecho indirectamente tras filtrarse a una serie de blogs tradicionalistas y a través del periodista británico Austen Ivereigh, eso sí matizando mucho los supuestos ataques que se han puesto en boca el Papa. “Nunca he utilizado la palabra “enemigo” ni el pronombre “mi”. Simplemente anuncié el hecho en la reunión de los jefes de la curia, sin dar explicaciones específicas”, ha contado Ivereigh con permiso pontificio. La web italiana también avanza que los planes iniciales de Burke eran volver a la Ciudad Eterna para las celebraciones navideñas y que espera que sus personas de confianza busquen entre las agencias inmobiliarias otro apartamento en alquiler no lejos del Vaticano, pero a precios más asequibles para que lo paguen sus bienhechores americanos.

El piso

Por no meternos en intríngulis personales me ciño a lo publicado sobre el piso que el Vaticano había asignado al cardenal estadounidense. En su libro ‘Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano’ sobre la existencia de un gran lobby gay en el Vaticano, el periodista francés Frédéric Martel detalla su espera en el piso de Burke con quien había quedado para una entrevista. Precisamente el segundo capítulo del libro, el dedicado a la teoría del género, comienza preguntándose: “¿Una antecámara? ¿Un gabinete? ¿Un camarín? Estoy en la sala del piso privado del cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, una vivienda oficial del Vaticano, en la romana Vía Rusticucci. Es una habitación extraña y misteriosa, y la observo minuciosamente. Estoy solo. El cardenal aún no ha llegado”.

Martel comenta el intercambio de palabras que tiene con un sacerdote canadiense que asiste el cardenal y describe la vivienda. “La antecámara del cardenal Burke, un amplio piso de soltero que se me ha quedado grabado en la memoria, es una especie de salón clásico, lujoso y desangelado a la vez. En inglés estadounidense lo llaman ‘bland’: ‘soso’. En medio de la habitación hay una mesa de madera oscura, copia moderna de un modelo antiguo, sobre una alfombra que hace juego con los muebles. Alrededor hay varios sillones suntuosos rojos, amarillos y ocres de madera tallada, con brazos torneados que lucen cabezas de esfinge y leones con melena. Encima de una cómoda hay una Biblia abierta en un atril, encima de una mesa una composición de piñas secas, entrelazadas y pegadas entre sí: arte ornamental de los viejos dandis. Una lámpara de tulipa complicada. Varias pedrerías y estatuas religiosas horrorosas. ¡Y tapetes! En las paredes, una biblioteca con los estantes bien provistos y el enorme retrato de un eclesiástico. ¿Burke? No. Pero la idea me pasa por la cabeza”.

Más adelante se levanta para ir al baño y Martel cuenta como merodea “un poco por la vivienda del cardenal. De repente me topo con un altar muy singular metido en un decorado que imita un iceberg, un retablo en forma de tríptico de colores, con una capillita abierta adornada con una guirnalda iluminada que destella y, en el centro, el famoso capelo rojo del cardenal. ¿Un capelo? ¡Qué digo: un tocado!” Más adelante llega a “su cuarto de baño, el lugar de sus abluciones. Un extraño cuarto de baño digno de un spa de lujo, con mucha calefacción, como una sauna. Las pastillas de jabón de marca con perfumes sutiles están colocadas a la japonesa, y las toallitas más pequeñas dobladas sobre las medianas, colocadas a su vez sobre las grandes, y las grandes sobre las muy grandes. El papel higiénico es nuevo y tiene una protección que garantiza su inmaculada pureza. Al salir, en el pasillo, veo decenas de botellas de champagne. ¡Champagne de marca! ¿Para qué demonios necesitará un cardenal tanto alcohol? ¿Acaso la frugalidad no está inscrita en los Evangelios?”, se pregunta.

Tras cotillear un gran armario señala que hay también delante “unas soberbias bolsas rojas, recién llegadas del almacén” lo que lleva al autor a fantasear con las vestiduras eclesiásticas habituales del cardenal del que omito otras valoraciones que se hacen en el libro.

El santuario

Burke entregó su renuncia el pasado mes de junio al cumplir los 75 años como patrono de la Soberana Orden de Malta, si bien la intervención papal para la renovación de los estatutos prácticamente le había apartado de esta encomienda. Antes, entre 2008 y 2014, fue Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, encomienda que le trajo a Roma tras ser arzobispo de San Luis. Desde hace años, de hecho, el purpurado pasa la mayor parte del tiempo en su estado natal de Wisconsin en el entorno del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en La Crosse, impulsado por el propio cardenal como centro de irradiación de su pensamiento y sus comunicados oficiales.

Desde este santuario guadalupano se han emitido los partes de enfermedad del cardenal durante el COVID. El amplio complejo cuenta con varias capillas, una iglesia, un centro para los peregrinos y el llamado priorato en el que Burke al parecer Burke tiene sus aposentos. La extensión obliga a usar carritos de golf para ir por ejemplo de la hospedería al Memorial construido a los niños abortados donde las normas impiden el acceso a las mascotas. En este complejo el cardenal figura como Presidente del Consejo de Administración y como tal ha conseguido los mismos beneficios espirituales de quien visita el santuario auténtico en México. Además, en el templo es habitual que se ofrezca la misa en rito extraordinario y cuenta con un amplio calendario específico de veneración de reliquias.