José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Divorcio+condena doctrinal=un peso insoportable


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JUEVES 29. A veces uno tiene sus dudas de lanzar a los cuatro vientos que el fenómeno cofrade está en auge y la acogida social, también. Lo compruebo a pie de calle. Desde niño, acumulo Jueves Santos a mis espaldas con mis padres en el Madrid de los Austrias. Tras caer el bocata de calamares, un café en Riazor en la calle Imperial. No es que viéramos en primera fila a Jesús el Pobre, es que éramos la única fila. De hecho, en ese tramo, los costaleros aprovechaban para una última parada. Cuatro gatos. Hoy no. Complicado hacerse hueco lo mismo en la plaza de la Villa que en la calle Mayor. Sea para contemplar a la Macarena o al Dulce Nombre de María.

VIERNES 30. El relato de la Pasión. Breves palabras de Juanjo. Sobre el miedo. El que movió a Pilatos. El que intimidó a los discípulos. El que unas veces nos inmoviliza y otras nos lleva a ponernos en guardia. El miedo como sentencia de muerte. El miedo.

SÁBADO 31. Vigilia pascual. Proclamación del Evangelio. “¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado”. No lo puede evitar. Interrumpe la lectura y mira a sus feligreses. “¿Por qué no aplaudimos? Es la noticia que estábamos esperando”. Ovación en medio de la noche. No había ningún liturgista en la sala. Sí, buena gente. Y un presbítero que vibra con la Palabra y que hace vibrar a los que tiene cerca.

MARTES 3. El capítulo VIII de ‘Amoris laetitia’ se escribe en su voz. Más de un año entre juzgados y asistentes sociales con el nubarrón del divorcio sobre ella. Luchando por llegar a fin de mes y buscando la manera en que sus pequeños no se resientan de la guerra abierta entre sus padres. Arrastra la cruz de una familia rota, aun cuando tendría que haber resucitado. Si a eso se uniera el lastre de la condena doctrinal, el peso es a todas luces insoportable.

Miércoles 4. La madre Nazaria, cada vez más cerca de los altares. Solo falta la fecha para aquella mujer tan misionera que se nacionalizó boliviana y propició la creación del primer sindicato femenino en el país. Hoy me cuentan que el país la considera santa suya de pura cepa y que en Argentina le andan a la zaga. Yo solo sé que tengo grabado el rostro de las muchachas que las cruzadas de la Iglesia rescataban de la estación de autobuses de Santa Cruz de la Sierra para evitar que cayeran en manos de las mafias de la trata. Santidad heredada. 

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