Tribuna

‘Orientale Lumen’, 25 años de iluminación ecuménica

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Este sábado celebramos las bodas de plata de la carta apostólica ‘Orientale Lumen’, publicada el 2 de mayo de 1995 por san Juan Pablo II a cien años de la ‘Orientalium Dignitas’, de León XIII, cuyo propósito no fue sino defender las tradiciones orientales para toda la Iglesia. Prueba de ello podrían ser la carta apostólica ‘Praeclara gratulationis’ (20/06/1894) y la encíclica ‘Christi nomen’ (24/12/1894).



Precisamente, a causa del centenario y de las iniciativas de aquel inolvidable Pontífice con los cristianos orientales, san Juan Pablo II determinó que un llamamiento así, enriquecido por las numerosas experiencias del siglo XX, se dirigiera a la Iglesia católica. Dado que la venerable tradición de tales Iglesias forma parte del patrimonio de la Iglesia de Cristo, los católicos deben ‘conocerla’ para poderse alimentar de ella y favorecer, cada uno dentro de sus posibilidades, el proceso de la unidad. A tal fin nos invita el autor de la’ Orientale Lumen’, convencido de que solo desde su conocimiento podremos acceder al encuentro.

También favorecen esta laudable intención los decretos del Concilio Vaticano II, ‘Unitatis redintegratio’ y ‘Orientalium Ecclesiarum’, la encíclica ‘Ut unum sint’, publicada poco después de la ‘Orientale Lumen’, y la carta apostólica del mismo papa Wojtyla con motivo del IV centenario de la Unión de Brest (12/11/1995), eficientes documentos todos que aspiran a una mayor comprensión entre las Iglesias ortodoxas y las católicas. La ‘Orientale Lumen’ es, por eso, indispensable en el contexto de la teología oriental que configuran dichos documentos.

Comunión plena

San Juan Pablo II trata en la ‘Orientale Lumen’ y en la ‘Ut unum sint’ de los elementos de santificación y verdad, comunes al Oriente y al Occidente cristiano y, lo que tal vez sea más importante aún, del método a seguir en la búsqueda de comunión plena entre la Iglesia católica y las ortodoxas, a la luz de la profundización eclesiológica llevada a cabo por el Vaticano II y el posconcilio, que ha trazado para el camino de la unidad la nueva senda del diálogo de la verdad alimentado y sostenido por el diálogo de la caridad.

Audiencia con los patriarcas católicos de Oriente

Los patriarcas católicos de Oriente, recibidos en audiencia por el papa Francisco el pasado febrero

Hay quien ve en las Iglesias orientales católicas un obstáculo para el ecumenismo. El Concilio Vaticano II afrontó ese problema indicando perspectivas de solución, ya en ‘Unitatis redintegratio’, ya en ‘Orientalium Ecclesiarum’, dedicado específicamente a ellas. Ambos van en la perspectiva del diálogo ecuménico con las Iglesias orientales ortodoxas, a fin de valorar la riqueza que las demás tienen en común con la católica. Y de basar en dicha compartida riqueza la búsqueda de una comunión cada vez más plena y más profunda: “El ecumenismo trata precisamente de hacer crecer la comunión parcial existente entre los cristianos hacia la comunión plena en la verdad y en la caridad” (UUS 14).

“Hoy sabemos que la unidad puede ser realizada por el amor de Dios solo si las Iglesias lo quieren juntas, dentro del pleno respeto de sus propias tradiciones y de la necesaria autonomía. Sabemos que esto solo puede llevarse a cabo a partir del amor de Iglesias que se sienten llamadas a manifestar cada vez más la única Iglesia de Cristo, nacida de un solo bautismo y de una sola Eucaristía, y que quieren ser hermanas” (OL 20). Ojalá Cristo, verdadera ‘Orientale Lumen’, nos conceda pronto caminar juntos hacia el único Señor y, por ende, los unos hacia los otros. Sería el mejor regalo en estas bodas de plata.