Francisco pide en la audiencia general oraciones para las víctimas de la guerra en Siria y del coronavirus en China

  • El Papa reza por “la martirizada” nación árabe y por los hermanos chinos que sufren tan “cruel enfermedad”
  • “La vida cristiana tiene en la misericordia su mejor expresión”, dice al hablar de la segunda bienaventuranza

Francisco en el aula Pablo VI

La guerra de Siria y la epidemia por el coronavirus se colaron en la audiencia general que presidió el papa Francisco este miércoles en el Aula Pablo VI del Vaticano. Al final de su alocución, el Pontífice improvisó sobre el texto que tenía preparado para solicitar a los fieles y peregrinos presentes que rezaran con él “por la amada y martirizada Siria. Tantas familias, tantos ancianos y niños deben huir de la guerra. Siria sangra desde hace años. Recemos por Siria”.

Tras unos instantes de silencio en el Aula Pablo VI, el Papa retomó la palabra para pedir también una oración “por nuestros hermanos chinos, que sufren esta enfermedad tan cruel. Que encuentren el camino de la curación lo antes posible”. Sus invitaciones fueron celebradas con un aplauso.

Cuando el corazón sangra

El llanto fue el protagonista de la catequesis, dedicada a la segunda de las bienaventuranzas del evangelio de san Mateo: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”. Ese llanto puede tener “dos aspectos”, explicó el Pontífice. “El primero, la aflicción causada por la muerte o por el sufrimiento de alguien a quien amamos. El segundo, un llanto por el dolor de nuestros pecados, cuando el corazón sangra por el dolor de haber ofendido a Dios y al prójimo”.

Jorge Mario Bergoglio volvió a hablar una vez más del “don de las lágrimas” y lanzó dos preguntas a los presentes: “¿Se puede amar de manera fría? ¿Se puede amar por deber?” Tras responder él mismo que “ciertamente no”, lamentó cuántas personas afligidas hay que consolar y cuántos otros deben ser despertados porque tienen “el corazón de piedra y han desaprendido a llorar”.

Tras destacar que hay que “despertar” a quienes no saben compadecerse del dolor ajeno, el Papa habló del luto, que consideró un “camino amargo”, pero que “puede ayudarnos a tomar conciencia de la vida, del valor sagrado e insustituible de toda persona y de la brevedad del tiempo”.

Sentido del pecado

Al hablar sobre el segundo significado de esta bienaventuranza, subrayó que hay también quien llora “por el mal que hemos ocasionado, por el mal que yo hice, por el bien que no hice y por la deslealtad a la relación con Dios y con los demás; es un llanto por no haber correspondido al amor incondicional del Señor hacia nosotros, por no corresponder al bien que no quisimos hacer, por no haber querido a los demás”.

Ese dolor por “haber ofendido y herido a quien amamos es lo que llamamos el sentido del pecado, que es don de Dios y obra del Espíritu Santo”, dijo Francisco, destacando que “la vida cristiana tiene en la misericordia su mejor expresión. Dios siempre perdona, no nos olvidemos de ello, hasta los pecados más grandes. Siempre. El problema está en nosotros, que nos cansamos de pedir perdón”.

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