Tribuna

El cuidado de la casa común desde la escuela católica

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La Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC)  como la red más grande de educación católica del continente, representando el 30% de la escuela católica mundial, tiene dentro de sus programas “el cuidado de la casa común desde la escuela católica”.

Ciudadanía ecológica

Las posibilidades de la escuela católica para ser referente de propuestas educativas para la ‘ciudadanía ecológica’ son enormes. No se trata de repetir las desafiantes propuestas educativas de Laudato Si’ que ya, de entrada, plantean una educación en el contexto de las realidades de una ‘casa común’ degradada, irrespetada, sobrexplotada, y poco cuidada. Francisco también propone el tema del “amor civil y político”, indispensable para construir la sociedad. 

El Papa va más allá, al punto de sugerir una espiritualidad ecológica y un llamado a la conversión interior profunda, porque es desde el fondo del corazón que puede surgir un cambio en las actitudes, en el criterio para ponderar las consecuencias ecológicas de las decisiones personales y políticas, y que la única Tierra que conocemos clama por el respeto a la humanidad y de la humanidad a la ‘casa común’.

El currículum, las prácticas cotidianas, los contenidos, el estudio de la historia y la geografía, los modelos sostenibles que sustentan la economía de la escuela, las decisiones de compras y consumos, el conocimiento de los espacios geográficos, la contemplación del paisaje, y muchas cosas más, encuentran en la educación católica un espacio único para crecer en la consciencia del papel que todos jugamos en la protección del medio ambiente, de la responsabilidad intrínseca de todas las decisiones sociales y personales, y que toda acción, por pequeña que parezca, puede tener efectos devastadores o constructores de la ‘casa común’. 

Sí, el tema ecológico atraviesa toda la vida de la escuela, sus relaciones, su propuesta educativa, sus criterios de calidad, sus relaciones e intencionalidades.

Interpelaciones para la escuela católica

Por eso desde la escuela católica del continente americano queremos plantearnos los siguientes interrogantes:  ¿cómo sería este mundo si entendiéramos y comunicáramos en nuestros proyectos educativos que el desarrollo sostenible es posible, que podemos dar pasos a una conversión ecológica, que la ciencia y la tecnología pueden ser aliados de la justicia social y de la preservación de la vida y del planeta? ¿Qué pasaría si pudiéramos contribuir más decididamente a comunicar un nuevo paradigma sobre el ser humano, la sociedad, la política, la ética?  ¿A dónde llegaríamos si logramos testificar fehacientemente que la educación humaniza, crea personas felices, toca los corazones para crear sentido y generar solidaridad y compromiso con la justicia? ¿Cómo sería una nueva primavera en la escuela católica si no nos cansáramos nunca de sembrar esperanza en el corazón de cada niño y joven que educamos? ¿Qué pasaría si juntos y en fraternidad reafirmamos que nuestra vida se seguirá consumiendo en la construcción de un mejor mundo posible, una utopía de paz, concordia, amor y equidad?

En síntesis, se hace necesario configurar una escuela que forme seres humanos para que vivan otros estilos de vida alternativos a las lógicas de la dominación, del consumo desmedido y depredador, del irrespeto por la vida, de la ambición y el egoísmo destructor. Estos cambios irán propiciando transformaciones culturales que generen otras lógicas sociales, un nuevo comienzo, como lo dice Francisco. 

* Síntesis del aporte presentado durante el conversatorio: “Ecología integral: desafíos para la Iglesia latinoamericana”, en la Universidad de La Salle de Bogotá, el 27 de junio de 2019.