Tribuna

#Amazonízate: una llamada entre las dos selvas

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El Sínodo Amazónico y la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) suponen dos oportunidades ante el reto de tender puentes para fortalecer una resistencia global frente a las amenazas sobre el medio ambiente y las comunidades del modelo, también global, de producción y consumo. Lo analizamos desde el método de ver, discernir y actuar.

VER

Una empresa de fosfatos para fertilizantes que niega el derecho a la tierra al pueblo Mura en Brasil; un ferrocarril de la segunda multinacional minera del mundo que roba la tierra y contamina la vida del pueblo Gaviaon y la comunidad de Piquia de Baixo (Brasil); el proyecto de la carretera S. Francisco-Mocoa (Colombia) que invisibiliza la presencia de los pueblos originarios Inga y Kamentsa en el Alto Putumayo colombiano; el enésimo derrame de petróleo en el territorio Awajun-Wampis del Alto Marañón… Son antorchas que Betsy, Roto, Jeremías, Germán, Flavia, Edi, Carol, Hernán, Jashir… traen a la segunda Escuela para la defensa y la promoción de los Derechos Humanos de la REPAM, que se acaba de celebrar el pasado mes de octubre en la ciudad peruana de Jaén. La Escuela reúne a líderes inmersos en procesos de lucha con su pueblo que reclaman su derecho a vivir en su tierra, a su dignidad y a ser tenidos en cuenta a la hora de definir los destinos de sus territorios.

Son antorchas que reclaman la atención sobre múltiples brotes de una misma enfermedad que acosa los recursos naturales allá donde se encuentran y son accesibles. Se trata de focos de luz que se unen a otros trece ya presentados por la REPAM en el reciente informe regional de vulneración de Derechos Humanos en la Amazonía.

Jaime Palacio, misionero laico corazonista en el Vicariato apostólico de Yurimaguas (Perú)

El autor del artículo, en la Escuela de Derechos Humanos en Jaén (Perú)

Y en la otra selva, la de asfalto, una sociedad que se aposenta sobre la vida y los recursos de un 85% de víctimas que sufren la opulencia de un sistema que no tiene otra propuesta que crecer y seguir creciendo a costa de expoliar la naturaleza y explotar y excluir a las personas en ambas selvas.

DISCERNIR

Acá de nuevo, surcando el río Huallaga, en la Amazonía peruana, y sorteando la “palizada” que baja con la creciente que viene fuerte este año, una luz quiere brotar en forma de desafío: un Sínodo para la Amazonía. La propuesta del papa Francisco para encontrar  ‘Nuevos caminos para Iglesia y la ecología integral’. ¿Seremos capaces de descubrir ese rostro amazónico para la Iglesia?

Inmersa en ese “caminar juntos” que supone el proceso sinodal, la Iglesia amazónica está poniendo sobre la mesa los grandes desafíos arrojados por la metodología de trabajo conjunto propuesta: ver, discernir y actuar. El lugar de la mujer, la renovación profunda de los ministerios, el papel del laicado o el acompañamiento de los pueblos amazónicos desde su realidad y su cultura, son asuntos a los que urge responder y hacerlo con criterios para una Iglesia en el siglo XXI.

Y en la otra orilla del Atlántico, ¿logrará la reflexión de y desde la Amazonía ser el revulsivo universal que hace 50 años supuso el camino que emprendió la Iglesia latinoamericana en Medellín con su “opción preferencial por los pobres”?; ¿cuál es el aprendizaje que el “buen vivir” de los pueblos amazónicos puede aportar a la ciudadanía europea?; ¿de qué forma la Iglesia española puede #amazonizarse?

ACTUAR

Tanto en el proceso sinodal como en el trabajo que desde 2009 viene realizando la REPAM se aprecia, en primer lugar, la prioridad otorgada a los procesos desde el territorio y su gente, y con la lógica y los tiempos que los protagonistas de cada lucha marquen. Son clave, en este aspecto, el fortalecimiento de la organización del pueblo y la articulación con otros actores sociales involucrados en cada contexto.

En este sentido, el esfuerzo que está haciendo y debe hacer la presencia misionera de la Iglesia es muy grande. Un bonito ejemplo de todas estas dimensiones es el caso de la lucha desde hace años que mantiene el pueblo de Piquia de Baixo (Brasil) ante las agresiones de la transnacional Vale hasta la consecución de la reubicación en la nueva “Piquia da conquista” (en proceso de construcción).

La hermana Lucero Guillén, de la Pastoral de la Tierra del Vicariato Apostólico de Yurimaguas (Perú)

La hermana Lucero Guillén, de la Pastoral de la Tierra Yurimaguas, con afectados por vertidos petrolíferos

En segundo lugar, se están promoviendo procesos de incidencia política y social globales. Se trata de transformar las estructuras e incidir en los decisores locales, nacionales o internacionales que sea necesario. Hasta la fecha se han logrado diversas participaciones en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La última de ellas con el caso de derrames en el lote 116 Awajun-wampis (Amazonas, Perú) que contó con un representante de la zona en la reciente Escuela de Derechos Humanos.

Por último, se busca también cuidar la comunicación y la sensibilización acerca de lo que está pasando con nuestra selva y nuestro planeta. Muestras de ello son la campaña internacional #Amazonízate impulsada por REPAM o la colaboración con Enlázate por la Justicia y su campaña “Si cuidas el Planeta Combates la Pobreza”.

Cambiando de nuevo de selva, también en el actuar global, bajo el asfalto de “la selva de hormigón” están germinando iniciativas, fruto de la polinización de la realidad” que suponen REPAM y el Sínodo Amazónico.

Y así, como ‘abejitas’, en palabras de Fernando López sj, se capta el néctar (el buen vivir) proveniente de la Amazonía. Se ‘aguijonea’ (denuncia y movilización) con la vinculación de la nueva etapa de la campaña “Si cuidas el planeta, combates la pobreza”, impulsada por Enlázate por la Justicia, con REPAM y el proceso del Sínodo. Se produce ‘miel’ (reflexión) a través de la participación de las entidades que conforman la alianza Enlázate por la Justicia en el eje de redes internacionales de REPAM. Se ‘poliniza’ (comunicación-sensibilización) participando en la campaña internacional de comunicación #Amazonízate.

Un último signo del esfuerzo de respuesta global: el compromiso de Enlázate por la Justicia para caminar, junto con el Vicariato Apostólico de Yurimaguas (Perú) –en donde me encuentro yo– y su Pastoral de la Tierra, en la defensa del derecho a la vida, a la tierra y a la salud con las comunidades afectadas por los derrames de petróleo en las cuencas de Nucuray y Morona.

Es mucho el camino que nos queda por recorrer para que estas iniciativas, hoy todavía simbólicas, rompan las reticencias, los esquemas mentales y los protocolos de nuestras organizaciones. Pero son realidades a ambos lados del océano que se encuentran y se fecundan mutuamente para una resistencia global frente a un modelo de producción y consumo y unos estilos de vida que nos llevan al abismo: puentes que fecundan para cuidar y dar vida, entre las dos selvas…