Los religiosos de Argentina y su compromiso con las realidades eclesiales y sociales

  • El plenario anual de Vida Religiosa estuvo reunido bajo el lema: ‘La osada esperanza al despuntar la aurora’
  • Acordaron trabajar especialmente en la cultura del cuidado

Durante la semana pasada se realizó la Asamblea anual de la Conferencia Argentina de Religiosos y Religiosas (CONFAR) de la que participaron más de un centenar de superiores mayores, referentes de las regiones y de los Espacios de la propia organización, que trabajan pastoralmente en todo el país.



Estuvieron presentes miembros de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada: Juan José Chaparro, obispo de Merlo-Moreno y Héctor Zordán, obispo de Gualeguaychú, quienes se sumaron a las reflexiones con espíritu de apertura a la escucha para el camino sinodal. Asimismo, Miroslaw Adamczyk, nuncio apostólico en la Argentina, acompañó a los consagrados en varias jornadas.

Signo de la tienda

‘La osada esperanza al despuntar la aurora’ fue la consigna bajo la que se reunieron los religiosos con la idea de abrir espacios “para que todos quepan”, desplegando la vida.

La Junta directiva presentó un informe sobre el camino de este año, con los aportes de los distintos equipos, espacios y comisiones y con la riqueza que surgió en el compartir. El signo de la tienda estuvo presente en toda la Asamblea, lo que les permitió asentarse en la realidad, afirmarse en convicciones compartidas y desplazarse hacia el interior o hacia los márgenes, según las necesidades y desafíos.

Un eje inspirador fue la experiencia abordada por la CLAR sobre la experiencia de las mujeres del alba: “fuimos convocados a un itinerario vital a través de los ocho movimientos. Escuchándonos y discerniendo desde la metodología de la conversación espiritual, nos preguntamos hacia dónde nos invitan a caminar juntos como Vida Religiosa en Argentina”.

Según la declaración, los religiosos reafirmaron la centralidad de Jesús Resucitado en sus propias vidas, con el objetivo de transformar la cultura relacional a su estilo y brindando contribuciones en el camino de conversión sinodal de la Iglesia.

Además, constataron la necesidad de entrelazar acciones, fuerzas y presencias para ayudar a visibilizar y estar cerca, con audacia y ternura, de personas, realidades y situaciones que siguen estando ocultas y olvidadas: la madre tierra, las víctimas de abusos, los afectados por la crisis social, política y económica.

Compromisos concretos

Con respecto a la problemática de abusos, la comisión de cuidado y protección invitó al plenario a mirar el desafío de la cultura del cuidado desde la perspectiva y la experiencia de las víctimas para encarar la prevención, el buen trato, y detectar los factores de riesgo y valorando los pasos dados hasta el momento.

Como CONFAR firmaron un protocolo en el que se comprometen a posicionarse con determinación en defensa de las víctimas e involucrar a las congregaciones en el abordaje serio de esta temática, con la esperanza de que “la Iglesia sea un recinto de amor, justicia, verdad y paz, y todos encuentren en ella motivos para seguir esperando”.

También hubo un momento para la presentación del libro “La verdad nos hará libres”, la Iglesia católica en la espiral de violencia en la Argentina (1966-1983), para acercarse a la dolorosa historia de este país, y dejarse interpelar y conmover por la experiencia y los testimonios que nos compartieron los investigadores. Aseguraron que el compromiso asumido por la vida consagrada en aquel período los “nos anima a la osadía y nos da coraje para arriesgarnos en la búsqueda de transformación de la realidad en la hora actual de nuestro país”.

En cuanto a la presentación que realizaron algunos integrantes de la fase continental del sínodo los impulsa a ampliar la mirada y a animarse a abrir canales de diálogo, incluyendo tanto las voces como los temas, “ensanchando nuestra mente y nuestro corazón”.

Fueron invitados a conocer y a sumarse a la Red Eclesial del Gran Chaco y del Acuífero Guaraní (REGCHAG), formada en torno a la riqueza y a la vulnerabilidad de esta región. Los religiosos tomaron conciencia del paradigma de la red como nuevo sujeto eclesial, y comprometieron la presencia desde los propios carismas.

Los miembros de la CONFAR aseguraron que, durante estos días, los momentos de oración comunitaria en pequeños grupos y las celebraciones cargadas de signos que sirvieron como hilo conductor de los distintos momentos y los ayudaron a avivar el seguimiento de Jesús, con alegría, creatividad, predisposición a participar y compartir un clima de sororidad y fraternidad de estos días.

“Con la osadía que nos da calzarnos las sandalias de las mujeres del alba, que con fe se acercan al sepulcro; sintiéndonos renovados y enviados, queremos seguir caminando hasta el lugar de las heridas, donde el Resucitado nos sale al encuentro y hace despuntar la esperanza, expresaron en el documento final.

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