El cardenal de Myanmar tras el golpe de Estado: “La democracia es la única luz”

  • En una carta enviada a Vida Nueva, Charles Bo pide la liberación de Suu Kyi y el resto de arrestados
  • “No hay duda de que la opresión volverá”, explica a esta revista el primer jesuita birmano de la historia
  • Una misionera afirma que están deteniendo a personas reconocidas para evitar llamadas a la insurrección

Golpe de Estado en Myanmar

El cardenal arzobispo de Yangon, Charles Bo, ha escrito una valiente carta en la que pide no caer en la violencia y asegura sus oraciones por la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. “Siete décadas de derramamiento de sangre y el uso de la violencia no dieron resultado. La democracia fue la esperanza para resolver los problemas. Millones de personas votaron por la democracia. Nuestra gente cree en la transferencia pacífica del poder”, asegura en la misiva enviada por el purpurado a Vida Nueva.



Así, insta a los militares a que “pongan en libertad lo antes posible” a los arrestados, porque “no son prisioneros de guerra; son prisioneros de un proceso democrático”. Por otro lado, pide a la comunidad internacional evitar el bloqueo, pues se “corre el riesgo de colapsar la economía y arrojar a millones de personas a la pobreza. Involucrar a los actores en la reconciliación es el único camino”. “La paz es posible. La democracia es la única luz”, sentencia.

El 1 de febrero era el día. Primera sesión en el Parlamento de Myanmar tras las elecciones de noviembre ganadas, por segunda vez consecutiva y con una amplía mayoría (más del 80%), por la Liga Nacional de la Democracia, liderada por Suu Kyi. Pero nunca tuvo lugar. El ejército birmano detuvo a varios políticos en sus casas, incluida Suu Kyi, horas antes del inicio. Una década después de haber cedido el poder a un gobierno civil, los militares vuelven a tomar las riendas del país con un nuevo golpe de Estado que echa el freno a la transición democrática.

Aunque el ejército nunca había perdido todo el poder, pues la Constitución de 2008 –redactada durante el último gobierno militar– le garantiza una cuarta parte de los escaños y el control de tres importantes ministerios –Asuntos Internos, Asuntos Fronterizos y Defensa–, la realidad es que este golpe constituye una vuelta al pasado. Y responde a una campaña de la oposición –respaldada por la cúpula militar– que alertaba de un supuesto fraude electoral. De hecho, el presidente interino, Myint Swe, que acaba de ser autoproclamado, justifica así la imposición del Estado de emergencia durante un año.

Habla el primer jesuita birmano de la historia

El miedo se instala de nuevo en el país que Francisco visitó en noviembre de 2017. “No hay duda de que la opresión volverá con el gobierno militar”, explica a Vida Nueva Wilbert Mireh, el primer jesuita birmano de la historia.

Mireh mantiene que “en muchas partes de las zonas fronterizas del país, el gobierno opresivo de los militares es algo con lo que la gente tiene que vivir desde hace décadas. Sin embargo, las generaciones más jóvenes de las ciudades están bastante conmocionadas al experimentar lo que habían aprendido solo de la historia no oficial”.

Y agrega: “Hay informes no confirmados de que quienes tuvieron disputas con el ejército en los últimos años están siendo arrestados. En las ciudades, las protestas pueden comenzar pronto y existe preocupación, porque el ejército es conocido por la represión violenta de protestas pacíficas”, comenta el jesuita.

Muchos de los líderes elegidos democráticamente siguen detenidos junto a líderes religiosos, actores y personas con cierta relevancia social que pueden suponer una amenaza, al poder alentar a la gente a la insurrección, indica una misionera a esta revista desde el anonimato, puesto que los extranjeros son vistos como un peligro para el país. De hecho, cuentan con un visado de trabajo y no son, a ojos gubernamentales, religiosos.

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