Paglia llama a dar la vuelta por completo a la pastoral de las parroquias para que estas sean auténticamente “familiares”

En un encuentro virtual con los delegados diocesanos de la Pastoral Familiar de toda Colombia, este pasado miércoles 21 de octubre, Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia de la Vida, reclamó que las comunidades parroquiales han de huir de “una burocracia exasperante” y centrarse en ser auténticamente “familiares”.



“Un punto crucial” que, a su juicio, va más allá de “revisar la pastoral familiar”. Más bien se trata de “transformar toda la pastoral en una perspectiva familiar”. De ahí que “se necesite un nuevo horizonte que rediseñe la parroquia misma como una comunidad que es en sí misma una familia. Y aquí se cuestionan todos los aspectos de la vida pastoral, desde la iniciación cristiana hasta la pastoral juvenil, desde la liturgia dominical hasta la celebración de los sacramentos”.

Pilar del nuevo humanismo

Para Paglia, “la familia, a pesar de todos los ataques, se mantiene firme, por su fuerza interna”, pues “no hay sustitutos ni funciones equivalentes de la familia”. Así, como “uno de los pilares de ese nuevo humanismo”, sin duda, uno de los principales retos a los que se enfrenta la familia es “el embate del Covid-19”. Con todo, pese al impacto de la pandemia a nivel global, “la familia, con todas sus debilidades, es un lugar de refugio y estabilidad”.

Apoyándose en la exhortación apostólica ‘Amoris laetitia’, Paglia reclamó “una renovación profunda en la Iglesia”, asumiendo esta “los rasgos de una comunión familiar”. De este modo, si se emprende “un viraje eclesiológico, una nueva forma de ser Iglesia”, se conseguirá que esta sea al fin “una Iglesia entendida como ‘familia de Dios’”. Porque, “cuando la Iglesia habla de familias, en realidad, habla sobre todo de sí misma. Es decir, cuando hablamos de pastoral familiar significa hacer ‘familiar’ a toda la Iglesia”. Aunque “bien sabe el Papa que no es fácil ni obvio aceptar este horizonte”…

Respeto a las conciencias

Y es que, haciendo autocrítica, Paglia observa que “hay quien quiere una Iglesia similar a un fiscal o un notario que deja constancia de las formalidades e incumplimientos, sin tener en cuenta las dolorosas circunstancias de la vida y la redención interior de las conciencias”.

De ahí su apelación a que este es un tiempo “para ser valientes y fuertes, precisamente, en la protección de los débiles, en la redención de las deudas, en el cuidado de las heridas de padres y madres, hijos y hermanos; empezando por los que se reconocen prisioneros de sus pecados y desesperados por haber fallado en sus vidas”.

Formación adecuada

Un reto para el que llama a los sacerdotes y seminaristas a que reciban “la formación adecuada para afrontar los complejos problemas actuales de las familias”, pues estas tienen su propia “misión” y han de sentirse “acompañadas”.

En este sentido, Paglia ha puesto el ejemplo de la pastoral con las personas divorciadas o separadas: “Si bien es cierto que el matrimonio es indisoluble, la indisolubilidad del vínculo de la Iglesia con sus hijos e hijas lo es aún más. (…) Y nunca se abandonan, ni siquiera cuando vuelven a caer”.

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