La Iglesia reinventa sus actividades de verano por el coronavirus

Monitores de campamento RIE

El verano es un tiempo para viajar, leer, tostarse al sol, dejar adormecer la mirada en el mar, conversar sin mirar al reloj con los tuyos, acometer largas caminatas por el monte, volver al pueblo al encuentro de los maravillosos tiempos de la niñez… Es eso y, también, un tiempo extra para poder ahondar en la oración, el silencio, el recogimiento y la interioridad. Si muchas de las cosas citadas al principio van a estar condicionadas de algún modo por el coronavirus y las muchas medidas de prevención para darle esquinazo, ¿cómo va a afectar esta inédita situación a la relación con Dios?



Esta es una pregunta que se hicieron, al principio de la crisis, en el Área de Espiritualidad y Ejercicios de la Compañía de Jesús en la Provincia España. Su coordinador, el jesuita Cristóbal Jiménez Ariza, explica a Vida Nueva que, una vez que la situación comenzó a mejorar, fue cuando las numerosas casas de ejercicios dirigidas por comunidades jesuitas en toda España volvieron a pensar en los ejercicios espirituales de verano.

La primera tanda en toda España

Y ahí fue clave “la experiencia que tuvimos en Salamanca, donde, del 1 al 10 de junio, celebramos la que fue la primera tanda de ejercicios en toda España desde que se declarara la pandemia. Los dirigí yo y participaron 14 personas de la propia Salamanca, pues entonces no se podía viajar aún entre provincias. Los participantes eran una comunidad de religiosas y un grupo de novicios corazonistas. La casa se adaptó a todas las medidas sanitarias (uso de gel, reparto de mascarillas, cierre de los baños públicos y los espacios comunes, desinfección de la capilla y cada sala utilizada, separación de metro y medio entre personas) y, una vez que todos entramos en la dinámica, ya todo fue muy fácil”.

“Es más –reitera Jiménez–, fueron unos ejercicios especialmente emocionantes. Todos teníamos muchas ganas de orar y de compartir juntos esta experiencia de interioridad. Se notaba que habíamos echado mucho de menos cosas que antes nos parecían habituales y ahora valorábamos en su sencillez. De ahí lo especial que era dar gracias en primer lugar por ello cada día. Se respiraba la emoción, además de que era un momento aún complicado y, de algún modo, todos se arriesgaban por el hecho de querer estar allí”.

‘A solas con Dios’

Tras esta primera experiencia satisfactoria, “todo ha sido más fácil y hemos puesto en marcha un plan que hemos llamado A solas con Dios, contando con ejercicios presenciales y otros online. Respecto a los primeros, salvo las pocas casas regentadas por religiosas mayores, para las que organizar esto sería un plus de dificultad, el resto de las comunidades jesuitas van a seguir adelante con sus tandas previstas para el verano. Solo se han suspendido definitivamente aquellas de carácter internacional, para extranjeros. Se bajará el número de participantes para cumplir con las medidas de separación, pero se desarrollarán todas”.

Así, la gran novedad este verano en la Compañía de Jesús son las siete tandas que se celebrarán online. “Cinco de ellas, las dirigidas por los jesuitas Toni Catalá (2-9 de julio y 11-18 de agosto), José Antonio Ruiz Cañamares (11-18 de julio y 20-27 de agosto) y Antonio Ordóñez (19-24 de julio, para jóvenes de entre 18 y 30 años), son grabadas y en ellas se utiliza material audiovisual y escrito. Las otras dos (20-28 de julio, dirigida por David Cabrera, sj, y 1-9 de agosto, que llevaré yo mismo) serán en directo, pudiéndose conectar los participantes para, al mismo tiempo que nosotros, vivir esta experiencia de comunidad y comunión”.

Ejercicios online

En este último reto, los jesuitas cuentan, como siempre, con la experiencia de ser unos adelantados: “Ya en Semana Santa, organizamos dos tandas de ejercicios online, una para miembros de la congregación y otra abierta a todos… En la segunda se inscribieron más de 400 personas”. Sin olvidar otro punto fundamental: “Contamos con más de 100 voluntarios que apoyarán estos ejercicios virtuales ofreciéndose para una labor de acompañamiento personal, desde una acción de escucha y tratando de ayudar al que lo solicite en todo lo que necesite. De hecho, en el formulario para reservar plaza, todo participante podrá elegir si quiere que este acompañamiento se lo ofrezca un jesuita, otro compañero religioso y religiosa o un laico”.

Desde la Casa de Espiritualidad de Santa María, en Galapagar (Madrid), regentada por la Institución Javeriana, la religiosa Purificación Batres cuenta que “nos hemos animado a reabrir la casa, y esperamos poder hacerlo desde los primeros días de julio. No ha sido fácil esta decisión, porque supone un esfuerzo muy fuerte para adaptar las instalaciones y el funcionamiento a las normas que exige Sanidad en la situación que estamos viviendo. También, desde el punto de vista económico, es un esfuerzo muy grande, puesto que la ocupación, por ahora, no puede ser superior al 50% de la capacidad de la casa”.

Más necesario que nunca

Con todo, las javerianas entienden que, “precisamente en este tiempo de incertidumbre, desconcierto y sufrimiento, para muchas personas puede ser más necesario que en otros tiempos tener la posibilidad de un espacio de silencio y oración que, sin duda, nos ayudará a crecer en la fe y, por tanto, como personas. Por eso queremos mantener las cuatro propuestas que teníamos previstas en nuestra programación anual”.

La incertidumbre también llevó a la Acción Católica General (AGC) de Madrid a plantearse si seguían o no adelante con la actividad estival que llevan impulsando en los últimos cinco años: las ‘Vacaciones Formativas Guardamar’; esto es, “una semana de vacaciones en la residencia de los maristas en Guardamar del Segura, en Alicante, frente al mar Mediterráneo, dedicados principalmente a formarnos y a descansar”.

Aunar descanso y formación

Tras una importante reflexión, dieron el paso y mantendrán sus planes. Adelina Crespo, una de las responsables de este proyecto de AGC Madrid, reivindica la importancia de “unos días de descanso y estudio”. Algo que ve completamente compatible, pues “tenemos la ocasión de convivir con el resto de participantes, de celebrar la eucaristía todos unidos y de disfrutar del buen tiempo, pasar un buen rato en la piscina, ir a la playa e incluso hacer alguna excursión”.

Respecto al trabajo académico, este “consiste en dos clases diarias: una primera sesión de formación general en teología para todos (cristología, mariología o liturgia son algunos de los temas impartidos en años anteriores) y una segunda sesión en talleres por grupos, a escoger entre los diferentes temas específicos que se ofrecen: afectividad, arqueología, biblia…. Cada sesión tiene una duración de una hora y cuarto y los profesores son expertos en las materias que se ofrecen”.

Este año, sin niños

Respecto a la pandemia, este año les ha obligado a variar una práctica habitual: “Esta edición va dirigida a matrimonios y solteros, adultos y jóvenes. Esta vez no podemos ofrecerla a los niños por la dificultad que supone cumplir con ellos las recomendaciones de Sanidad, pero volverán las vacaciones formativas para toda la familia”.

“La Acción Católica –concluye Crespo– es diocesana y universal. Y, por eso, esta actividad, como todas las que organizamos, es ofrecida a todo aquel que quiera pasar unos días de descanso y formación en un ambiente fraterno y, sobre todo, eclesial. Para aquellos que necesiten una ayuda económica, especialmente para los jóvenes, contamos con becas… Pero que nadie se lo pierda. El mejor verano nos está esperando”.

Campamento virtual

Desde hace más de 30 años, las Misioneras Eucarísticas de Nazaret (fundadas por el obispo Manuel González) y la Juventud Eucarística Reparadora organizan sus ya tradicionales campamentos de verano. “Una actividad –detalla la religiosa María Cecilia Appendino– que despliega el trabajo y esfuerzo de jóvenes monitores y hermanas, que ponen en juego la imaginación, la creatividad, el ingenio y la ilusión para que, durante esos días, un grupo de niños y adolescentes puedan vivir una experiencia que para muchos de ellos es un impulso en la vivencia de la fe y en la experiencia de ser Iglesia y comunidad.”

“Este año –reconoce–, todos los proyectos de verano se vieron desmantelados de repente por la pandemia del coronavirus y, aunque al principio teníamos la esperanza de que pudieran mantenerse en pie, poco a poco tuvimos que asumir que lo más sensato y prudente era suspenderlos. Las orientaciones que nos llegaron desde la Subcomisión de Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española nos invitaban a no suspender, sino a transformar las propuestas de verano. Y fue entonces cuando la idea de ofrecer algo virtual, que ya nos estaba dando vueltas en la cabeza”.

Variedad de actividades

De ese modo, el campamento seguirá adelante, bajo la novedad de lo virtual… “Hemos planificado –apunta Appendino– y estamos preparando materiales y recursos que se irán colgando en la web para que cada uno pueda acceder a ellos en el momento del día que le resulte más cómodo. Por otra parte, se propondrán momentos de conexión por videollamada, donde se pondrán compartir diferentes actividades, desde momentos de reflexión hasta juegos y gymkanas o visitas virtuales a lugares significativos para los miembros de la Familia Eucarística”.

El trabajo duro ha dado sus frutos y ya está todo a punto: el campamento virtual será del 6 al 26 de julio y a él están invitados a participar desde niños de seis años hasta jóvenes de 30, organizándose las actividades por franjas de edad, abiertas, además, a participantes de fuera de España. Y es que “enseguida nos percatamos de que teníamos delante una oportunidad de abrir las fronteras y proponer la actividad a niños y jóvenes de otros países donde está presente el movimiento y permitir así que fuera una fuente de enriquecimiento común en el encuentro de culturas”.

Sed espiritual

En Ávila, son referentes el CITeS (Centro Internacional Teresiano Sanjuanista) y la Universidad de la Mística. Su director, el carmelita descalzo Francisco Javier Sancho, aclara que “nos planteamos el verano y sus actividades como algo urgente y más necesario que nunca. Estos meses de reclusión no solo han acrecentado la sed de espiritualidad, sino que muchas personas han vivido y sufrido soledad, ausencia de acompañamiento y de acceso a los alimentos de la vida espiritual. Tanto los cursos como el acompañamiento espiritual online que hemos ofrecido en estos meses nos han hecho abrir aún más los ojos a esas necesidades, tanto interiores de la persona, como de posibilidad de vivir la cercanía y la fraternidad”.

“Desde ahí –entiende–, nos planteamos un amplio programa de verano con diversos cursos, ejercicios, congresos y la posibilidad de acoger a personas o familias que deseen simplemente vivir unos días en un ambiente de fraternidad, oración y alegría”.

Adaptados a la nueva realidad

Eso sí, “hemos acondicionado todos los espacios para garantizar la seguridad y hacer casi imposible que se puedan dar contagios. A las medidas oficiales de higiene, de alfombras desinfectantes, de desinfección de los espacios, de uso de mascarillas y de gel hidroalcohólico, así como de la distancia social, hemos incorporado otras medidas para dar aún una mayor seguridad. Así, por ejemplo, las habitaciones son limpiadas y desinfectadas a fondo; en los espacios comunes se mantiene un cupo limitado de usuarios; en las aulas y capillas se asegura la distancia de seguridad en los asientos; y en el comedor se han colocado pantallas de separación que, además de evitar los contagios, favorecen el intercambio y la fraternidad. Igualmente se han adquirido nuevos equipos que favorecen el servicio y evitan cualquier vía de contagio”.

Todo ello con un fin claro: “Queremos que la gente se anime y pueda disfrutar de la casa con libertad, y sin miedo. Al disponer de amplios jardines y zonas de paseo tranquilas, la posibilidad de relajarse y descansar con seguridad es aún mayor”.

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