Las comunidades eclesiales de base, una herramienta para relanzar la Iglesia amazónica

En el camino para relanzar la presencia de la Iglesia católica en la Amazonía, uno de los principales objetivos del Sínodo que se celebra en Roma hasta el 27 de octubre, pueden tener un papel significativo las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), pequeños grupos dentro de las parroquias que se dedican a la evangelización y a ofrecer servicios en los lugares donde están presentes. Son una realidad con fuerte implantación en muchos países de América Latina y con gran dinamismo en la región panamazónica.

La religiosa mexicana Socorro Martínez Maqueo, encargada de articular la coordinación de la red de CEB presente en 19 países americanos, consideró “fundamental” el compromiso social de estos grupos, a los que define la “primera instancia de la Iglesia” en muchos territorios. Esta última situación se da especialmente donde las estructuras jerárquicas eclesiales están menos presentes, como ocurre con la Amazonía.

Aterrizar el Magisterio

“Son comunidades de entre 8 y 20 miembros que forman parte de una parroquia y ofrecen una respuesta de la realidad en que se encuentran. Se trata de pobres en medio de los pobres que ponen en práctica sobre el terreno el Magisterio. Se toman muy en serio lo que dice el Papa”, comentó Martínez Maqueo en un encuentro celebrado este lunes con algunos medios en Roma.

Aunque no hay datos precisos sobre el número de CEB existentes en América Latina, la religiosa mexicana destacó su fuerte presencia en Brasil, México, Bolivia, Argentina y República Dominicana, entre otros países. Estos grupos están “muy atentos” al desarrollo del Sínodo sobre la Amazonía.

70% de mujeres

Al ser preguntada sobre la posible ordenación sacerdotal de hombres casados maduros reconocidos por sus comunidades, Martínez Maqueo manifestó su deseo de que las personas interesadas no se conviertan en “mini curas” ni tampoco caigan en el clericalismo. Para ello resultaría determinante que estas ordenaciones “partieran desde las mismas comunidades” y no vinieran impuestas desde fuera. “Las CEB deben tener posibilidad de corregir a estos ancianos ordenados, lo que sería más difícil si se tratara de alguien nombrado de manera externa por el obispo”, explicó.

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